Las relaciones entre América Latina, Estados Unidos y Europa Occidental

Alberto uan Klaueren / LA CRISIS DE LA HEGEMON'IA NORTEAMERICANA les comprara con los objetivos centrales que hemos enumerado. Con res– pecto a esta última consideración, basta recordar que el gobierno de Carter no ha dudado en sacrificar su política de derechos humanos en situa– ciones en que ésta parecía entrar en conflicto con la seguridad nacjonal norteamericana, como lo ilustran las políticas seguidas en Irán y las Fili– pinas, o bien, en que se podía interrumpir estrechos vínculos económicos, como sucede en el caso de la República de Sudáfrica, Pero volvamos al problema de la conceptualización del término innuen– cia, ya que aún quec:fan cabos sueltos por atar. En efecto, la argumentación precedente parece contener una obvia paradoja: si se afirma que los. Esta– dos Unidos no necesitan ejercer innuencia en América Latina en razón de la existencia del consenso básico que mencionamos, desde el punto de vista estrictamente lógico habría que concluir que el término influencia ya no tiene gran valor heurístico para explicar las relaciones interameri– canas. ¿Sucede lo mismo con el fenómeno de la hegemonía norteamerica– na en la región? nosotros creemos que no. En realidad, el término hegemo– nía ha sido utilizado con bastante frecuencia como denotando una forma calificada de innuencia, a saber, una influencia dominante, generalizada, más o menos permanente, y, excluyente de otras innuencias. Sin embargo, . si se toma la concepción gramsciana de hegemonía, el término significa todavía mucho más. Significa que un grupo o clase política dirigente ha logrado persuadir a otros grupos para que acepten los valores morales, políticos, culturales y económicos de la primera. Así, el ejercicio de la hegemonía en un área determinada se caracteriza por la existencia de una combinación de fuerza y consenso que varía en su balance recíproco, sin que la fuerza exceda al consen S07. Y, lo que es aún más significativo, la hegemonía presupone que los intereses y tendencias de los grupos so– bre los cuales ella se ejerce sean tomados en cuenta, de manera que haya un cierto equilibrio de compromisos, esto es, que el grupo dirigente haga sacri– ficios y concesiones, pero que éstos no afecten lo que es esencial en la rela– ción hegemónicas. Reconocemos que resulta peligroso extrapolar cQnceptos utilizados en un contexto tan específico y concreto como el que rodeó al pensamiento de Gramsci a una situación tan disímil como las relaciones entre Estados Unidos y América Latina. Sin embarg~, el pa– ralelo es demasiado sugerente como para evitar caer en esta tentación. "Lo esencial", en nuestro caso, podría equivaler a los obj etivos centra– les; "equilibrios de compromisos" y "sacrificios" podrían estar representados por el relativo fracaso de Washington en ver cumplidas sus expectativas en materia de respeto a los derechos humanos, o el fracaso total en impedir la transferencia de tecnología de ciclo completo de ener– gía nuclear de Alemania Occidental a Brasil. Los ejemplos abundan, pero no creemos que el problema pueda ser resuelto a través de una simple 1 A'lIOnío Gramsci. Quademi del Carcere. A Cura di ValenlÍno Gerratana (Torino: Einaudi, 1975), p. 1638. slbid.• p. 1591. 21

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