Las relaciones entre América Latina, Estados Unidos y Europa Occidental

Alberto van Kleveren / LA CRISIS DE LA HEGEMm.{¡A NORTEAMERICASA ricanos. En otras palabras, creemos en la necesidad de afinar el diagnóstico del estado actual de las relaciones entre Estados Unidos y América La– tina. En segundo lugar, queremos clarificar los efectos qu~ ha tenido la decli– nación de la influencia norteamericana -en las áreas en que ésta efectiva– mente se ha producido- dentro de la perspectiva de las posibilidades de autonomía de la región. Concretamente, nos interesa ver cuáles son las consecuencias de la diversificación o -como sostienen algunos- reduc– ción de los vínculos de dependencia de la región. En las páginas si– guientes intentaremos profundizar el análisis de estos dos aspectos cen– trales. Pero antes es preciso aclarar algunos términos que subyacén el tratamiento de ambas materias. 1. INFLUENCIA, HEGEMON'IA y LOS ESTADOS UNIDOS COMO ACTOR INTERNACIONAL Desde sus respectivos inicios, tanto la ciencia política como la disciplina de las relaciones internacionales se han ocupado intensamente de los conceptos interrelacionados de poder e influencia. En la actualidad, es dirícil encontrar un texto básico sobre cualquiera de estas dos especiali– dades en que no se incluya definiciones y explicaciones de ambos tér– minos. A pesar de ello, o, tal vez, precisamente por esta razón, existe una gran confusión y ambigüedad en la utilización de estas categorías con– ceptuales. Esta confusión en torno a conceptos tan cruciales para las cien– cias sociales no debe, sin embargo, transformarse en un impedimento para su aplicación a la situación concreta que pretendemos analizar. Bas– te, por tanto, señalar que vamos a usar el término influencia como una relación, como el efecto que la utilización o simple presencia del poder de un actor tiene en el comportamiento de otro actor 6 . Entendida en este sentido, influencia puede estar referida a dominios específicos o bien a una relación global; puede ser directa o indirecta; puede ser voluntaria o involuntaria, y; finaimente, puede estar dirigida a comportamientos concretos de un actor o a alternativas generales de comportamiento. Pero, cualquiera que sea el sentido y alcance que se le asigne al término, siempre parece estar implícita la condición de que haya, o al menos se perciba, un éonflicto entre los actores envueltos en la relación de influencia. En otras palabras, para que el poder de un actor sea utilizado en una situación con– creta, es necesario que este actor pretenda la modificación del comporta– miento de otro actor, a fin de que este último actúe o no actúe en un sentido que es contrario a sus intereses, ya sean éstos reales o percibidos como rea– les por este actor. 1::sta observación general dista mucho de constituir una mera disquisición teórica, bastante poco novedosa por lo demás. Por el contrario, lo que pretendemos decir es que, para que los Estados Unidos 6 Esta definición se acerca bastante a la que emplea el polítólogo holandés G. Kuypers, Grondbe!fT'íppen van politíek (Utrecht: Hel Spectrum, 1976, 2da, ed.), p. 87,

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