Las relaciones entre América Latina, Estados Unidos y Europa Occidental
, ESTADOS USlDOS y EUROPA OCCIDE~T/\L Ahora bien, desde el punto de vista de estos intereses' básicos la situación actual de América Latina no podría ser más favorable para los Estados Unidos. Ningún país latinoamericano -con la obvia pero solitaria excep– ción de Cuba- está desarrollando una política especialmente amistosa hacia la Unión Soviética o algún otro centro de poder hóstil a los Estados Unidos. Es más, si hay una gran potencia que ha visto declinar la escasa influencia que alcanzó a adquirir en la región en el pasado, es precisamente la Unión Soviética. La actividad de los movimientos revolucionarios de carácter internacional en América Latina se ha reducido ostensiblemente, hasta el extremo que las organizaciones y actividades de la Tricontinental hoy parecen tan remotas en ,el tiempo como la Alianza para el Progreso, mientras que Cuba -el principal promotor de este tipo de iniciativas- ha preferido trasladar su área de acción a Africa. Desde la perspectiva de los intereses económicos norteamericanos la situación no es diferente. Nu– merosos gobiernos latinoamericanos estáIÍ empeñados en introducir modelos que se inscriben dentro de las tradiciones más ortodoxas y extre– mas del pensamiento económico liberal y sus actitudes hacia las inver– siones extranjeras y la intensificación de los contactos comerciales y finan– cieros con los sectores privados de Estados Unidos y el resto del mundo capitalista no podrían ser más favorables y abiertas. Finalmente, en la mayoría de los países de la región se han instalado regímenes autorita– rios que no han ocultado su proyecto de perpetuarse en el poder, sea en forma directa, sea en forma indirecta (a través de la retención del poder de veto político y proyectos de "democracia protegida"), hecho que parece ofrecer una garantía de estabilidad política y económica, al menos en el corto plazo, difícil de imaginar en las décadas anteriores. En realidad, desde el punto de vista de los intereses básicos norteamericanos -seguri– dad, acceso económico y estabilidad- los pronósticos alarmistas y hasta catastróficos sobre el futuro de América Latina que proliferaron espe– cialmente durante los años de la Alianza para el Pr-ogreso parecen haber sido refutados uno tras otro por las nuevas realidades políticas y econó– micas de la región. Nadie podría afirmar que alguna otra parte de la peri– feria ofrece un cuadro tan positivo y estable para los Estados Unidos como América Latina, especialmente si se consideran hechos tales como el desenlace de la Guerra de Indochina, la derrota norteamericana en Irán y la lucha entre las grandes potencias por el nuevo reparto de Africa. Las consideraciones anteriores nos llevan a plantear que el diagnóstico de la declinación de la hegemonía norteamericana en América Latina, si bien no es totalmente erróneo, debe al menos ser matizado y despojado de su carácter triunfalista desde la perspectiva de los intereses latinoame- da del objetivo econóinico fue sacrificada en aras de lá seguridad nacionaf 'norteamericana en el caso de las relaciones entre Estados Unidos y México, y, en un sentido mucho más restrin– gido, en el conflicto suscitado con Bolivia a raíz de la expropiación de una empresa petrolera. Véase nuestro trabajo anterior "Las Relaciones entre Estados Unidos y América Latina. Desde la Idea del Hemisferio Occidental hasta el Tercer Mundo", Tesis Instituto de Estudios Internacionales, Universidad de Chile, 1976 (no publicada), pp. 261-269. 18 ,
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