Las relaciones entre América Latina, Estados Unidos y Europa Occidental

Alberto van Klavere1l / LA CRISIS DE LA HEGI!Mo:',¡'¡A NORTEAMERICASA han producido en los últimos años entre el país del Norte V distintos Es– tados latinoamericanos, el citado autor agrega que en parte estos cambios se pueden atribuir al papel que Estados Unidos ha desempeñado como baluarte del actual orden económico y político internacional, y, en parte, a la creciente afirmación que emana del incremento del poder de los paí– ses de la región 3 . La tesis expuesta por Lowenthal parece sólida, suficientemente res– paldada por los hechos y convincente, siempre que no se considere la exis– tencia de una gran paradoja, más aparente que real en nuestra opinión. En efecto, a pesar de las discrepancias y fuertes polémicas que se han producido en este campo a partir de los primeros estudios sobre relaciones interamericanas, creemos que muy pocos autores pondrían en duda la existencia de tres grandes y generalmente complementarios objetivos centrales y permanentes en la política norteamericana hacia la región: 1. Prevenir o eliminar cualquier alineamiento -definido en términos variables pero siempre bastante amplios- de algún país del Hemisferio Occidental con una potencia rival y hostil que pudiera amenazar la continuación de la presencia norteamericana en la región y, en último tér– mino, la seguridad nacional de la gran potencia; 2. Asegurar la presencia económica de los Estados Unidos en América Latina o al menos las condi– ciones que faciliten dicha presencia desde la perspectiva de las variables necesidades del país del Norte, ya sea en materia de corrientes de exporta– ciones e importaciones, de flujos de inversiones privadas, de abasteci– miento de materias primas, etc.; y, 3. Procurar, en la medida de lo posible. el establecimiento de regímenes estables en los países latinoamericanos con el fin de asegurar el cumplimiento de los objetivos anteriores 4 • Se trata, obviamente, de objetivos generales y dinámicos, tanto en términos de las interpretaciones de que son objeto como de la forma en que son reali– zados en la práctica. Por otra parte, la prioridad que se les ha asignado en la práctica ha experimentado variaciones de cierta importancia, dando lugar a algunos cambios de énfasis, especialmente cuando se han produci– do incompatibilidades transitorias entre dos o más objetivos centrales S • 3 Ibid.. p. 210. • La exisieñCía de los dos primeros objetivos centrales que hemos enumerado es desta– cada en prácticamente toda la literatura sobre relaciones interamericanas. Es más, según muchos autores ésta es una de las pocas áreas en que parece haber un alto grado de consenso entre los especialistas. Véase, por ejemplo, el excelente artículo de Jorge l. Domínguez, "Consensus and Divergence: the State of the Literature on Inter-American Relations in the 19705", Latin American Research Review 13, N° 1,1978, pp. 87-126. En el mismo sentido, véase Yale H. Ferguson, "Through Glasses Darkly: An Assrssment of Various Theoretical Approaches to Interamerican Relations", Joumal 01 lnteramerican Studies and World Affairs 19. N° l. February; 1977. pp, 3-34, Es!e ,'¡tlimo autor incluye la promoción de la demo– cracia en América Latina como parte de un tercer objetivo central de la política norteameri– cana en la región. Personalmente, no creemos que la experiencia histórica justifique esta inclusión, ya que se trata de un objetivo de carácter secundario, ocasional y subordinado al cumplimiento de los objetivos centrales. &Para citar un ejemplo, en los años anteriores a la segunda guerra mundial, la prima- 17

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