La revolución norteamericana, auge y perspectivas
Cristián GuelTero Yoacham / LAS CAUSAS DE LA REVOLUCIÓN NORTEAMERICANA Y••• enviado a Jorge I1I, que se conoce como "The Olive Branch Petition", "La Petición de la Rama de Olivo", redactado por John Dickinson, buscaban la armonía y solicitaban al Rey que adoptara medidas para evitar la violencia. "La Petición de la Rama de Olivo" llegó a Inglaterra y Jorge III ni siquiera la leyó. Por otra parte, el Con– greso también aprobó una declaración, redactada por Jefferson y que se titula "Declaración de las causas y necesidades de empuñar las armas", la cual no manifestó por ahora la idea de independencia, pero señaló claramente que los americanos estaban prontos a morir antes que a vivir como esclavos. En los restantes meses de 1775, la situación se precipitó. Las accio– nes militares, entre las cuales debe recordarse Ticonderoga, Crown Point, Lago Champlain, Bunker Hill y las expediciones al Canadá de Benedict Arnold y Richard Montgomery, que estuvieron a punto de tomar Quebec, más las acciones en el sur, fueron decisivas en el sentimiento populaT. En el frente político los símbolos de la autoridad británica se venían al suelo. Los radicales de hecho controlaban la situación, aunque la resistencia conservadora se hacía presente a cada momento, especialmente en New York, Pennsylvania y Carolina del Sur. Para muchos la violencia era repugnante, como tampoco gus– taban del creciente movimiento hacia la Independencia, pero los hechos se estaban dando en este tenor. El 9 de Enero de 1776 apareció en Philadelphia un curioso folleto titulado Common Sense, El Sentido Común. Su autor, Thomas Paine, británico de nacimiento, sólo había llegado a las colonias en 1774, pero en el lapso de dos años pudo captar la realidad de la situación, y esta realidad lo llevó a convertirse en el más importante propagan– dista de la Independencia. Paine fue un tremendo crítico de la monar– quía, como todos los espíritus ilustrados: a Jorge III simplemente lo llamó "The Royal Brute", "El bruto real"; a la monarquía la calificó como "la más próspera invención del demonio establecida para la pro· moción de la idolatría". Agregó que Jorge III "estaba obligado aman· tener las colonias en perpetua esclavitud", añadiendo a continuación que "los hombres huyeron a América en el pasado para escapar a la persecución del monstruo en casa. Ahora ha llegado el tiempo de se– pararse de tan perverso pariente, al momento y para siempre. El ver– dadero interés de América -continúa- reside en la dirección del libre comercio, de la independencia y en la ilimitada expansión dentro de los límites del continente". Ridiculizando aun más la política británi– ca, Paine señala: "Las pequeñas islas necesitan protección, pero hay 79
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