La revolución norteamericana, auge y perspectivas
LA REVOLUCIÓN NORTEAMERICANA. AUGE Y PERSPECTIVAS rantizarse el viejo sistema y la armonía; los más moderados, dirigidos por Joseph Galloway, de Pennsylvania, propusieron un plan para la creación de un Parlamento Intercolonial Americano, que estuviese coordinado con el Parlamento Inglés y luego con un Parlamento Ge– neral del Imperio, con el fin de dar a las colonias la verdadera voz que correspondía dentro de éste. Esta tesis que ya había sido presen– tada en 1754 durante la Guerra Franco-India por Franklin, y que en aquella oportunidad había tratado la unión de las colonias y de la Metrópoli en un esfuerzo mancomunado para derrotar a los fran– ceses, ahora no gustó a los "radicales", quienes liderados en esta opor– tunidad por Patrick Henry de Virginia. y Samuel Adams de Massa– chusetts, insistieron en el principio de la total autonomía americana. La propuesta de Galloway fue rechazada por un solo voto y el Con– greso ahora, inclinado por esta mayoría hacia los radicales, aprobó e hizo suyas las Resoluciones de Suffolk, lo que significaba una acti– tud más vehemente. En igual forma se rechazaron las vigencias en las colonias de las Leyes del Parlamento, se aprobó la resistencia de Massachusetts y se declaró que a los esfuerzos de Inglaterra por hacer cumplir las Leyes Coercitivas, debía oponérseles la resistencia por la fuerza de todas las colonias unidas. Pero al mismo tiempo el Congreso Continental apeló a Inglaterra para volver al Statu quo ante. Y en su documento final, llamado las Declaraciones y Resoluciones del Primer Congreso Continental, que fue una verdadera declaración de principios, tomó la posición de que los americanos poseían los inalienables derechos a la "vida, libertad y propiedad", y todos los demás derechos heredados y cons– titucionales de los ingleses. La influencia del pensamiento ilustrado, está aquí patente. Sin lugar a dudas el aspecto más original derivado del Primer Congreso Continental reside en el hecho que al afirmar que el Par– lamento Británico no tenfa derecho a legislar para las colomas, ex· cepto estrictamente para la regulación del comercio, se estaba pi. diendo a Inglaterra que reconociera que cada una de las colonias continentales, cada sociedad colonial, era soberana dentro de sus pro– pios límites y que el Imperio Inglés era una federación de colonias soberanas, unidas por su nacionalidad común, por un monarca común y la administración de los intereses intercoloniales e intercontinen– tales comunes. Esta posición sostenida por hombres como Benjamín Franklin, John y Samuel Adams, Thomas Jefferson, James 'Wilson, Richard
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