La revolución norteamericana, auge y perspectivas
C1'istián Guerrera Yoacham / LAS CAUSAS DE LA REVOLUCIÓN l\'ORTEAMERICANA Y••• Pero esta situación práctica, en lo fundamental, permaneció igual. Los problemas financieros de Inglaterra estaban en sta tu quo: la imposición armada de la vigencia de las leyes de comercio, provocó choques entre los funcionarios imperiales de aduana y los comercian– tes importadores norteamericanos, como sucedió en el caso de la des– trucción del guardacosta inglés Gaspée en la bahía de Narrangasetts. Además, la Compañía Inglesa de las Indias Orientales, con sus pode– rosas conexiones políticas, pudo influir sobre el Gobierno Inglés para intentar salvarse de la bancarrota, mediante la promulgación de la Ley del Té, que le permitía importar sus stocks de té a las colonias continentales en competencia con los comerciantes americanos. Esta ley hubiese reducido el precio del artículo para el consumidor colo– nial, pero los comerciantes norteamericanos vieron en ella un intento, por parte del gobierno británico, de estrangular el comercio de las colonias en beneficio de una empresa privada. Era, por ello mismo, una ley discriminatoria, y la discriminación se produjo en un mo– mento en que las colonias estaban ya resentidas y desconfiadas. F'ue la Ley del Té la que reavivó la hoguera y se recurrió a la violencia, una de cuyas manifestaciones la tenemos en la célebre "Fiesta del Té de Boston", Diciembre de 1773: grupos radicales, vestidos de in– dios, lanzaron al agua el cargamento de té traído por navíos de la Compañía Británica de las Indias Orientales. En el entretanto, los radicales americanos que bien se habían dado cuenta que el problema constitucional no se habia resuelto, de que la definición del Imperio seguía pendiente, de que el papel de las colonias continentales dentro del Imperio aún esperaba ser aclarado, habían organizado una red de resistencia conocida como los Comités de Correspondencia, que operaban en todas las colonias. El objetivo de estas organizaciones era doble: por una parte mantener viva la agitación y la crltica contra Gran Bretaña, mediante una campaña propagandística activa, y segundo, intercambiar información y suge– rencias con el fin de llegar a la formación de un frente intercolonial único contra la Metrópoli, tal cual se había logrado durante el Con– greso de la Ley del Timbre. Esta organización intercolonial llegó a ser permanente y hasta cierto punto yo diría que tuvo un carácter de partido político colonial, por su estructura, su funcionalidad, y más que nada, por la claridad de sus objetivos. La "Fiesta del Té de Boston" movió a una fuerte reacción en In– glaterra y la ira cundió en los medios gubernativos; los buenos sen- 73
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