La revolución norteamericana, auge y perspectivas

LA REVOLUCIÓN r;ORTEAMERICANA, AUGE y PERSPECTIVAS en contra de la Ley del Azúcar, cuando dos nuevas leyes del Parla– mento vinieron a agravar aun más la situación. La primera de estas leyes. llamada Ley Monetaria Colonial, límitó la libertad que hasta entonces habían tenido las colonias de emitir su propio papel mane· da, y luego la Ley del Sello o del Timbre, como también se la ha llamado, promulgada en 1765, fue la culminación. Mediante este cuerpo legal, que tenía por objetivos lograr nuevos ingresos a las arcas fiscales, se gravó a todos los documentos públicos y privados, las publicaciones, juegos de azar, naipes, ete., con un impuesto que consistía en un sello vendido en las colonias por los funcionarios rea– les. La leyera una nueva carga a un limitado número de actos, y era, también una nueva violación constitucional, puesto que establecía de nuevo un impuesto que no había sido aprobado por las Asambleas o Legislaturas Coloniales. Igualmente era una nueva traba puesta al comercio colonial. La última medida del desafortunado Plan de Grenville fue la llamada Ley del Acuartelamiento, aprobada poco después que la Ley del Timbre. Dispuso que el acuartelamiento de los soldados ingleses en las colonias americanas, los tristemente célebres "Casacas Rojas", "Red ]ackets", debía ser financiado por las colonias. Si bien la ley pudo haber tenido un objetivo plausible, cual era el de prote– ger a las colonias de los enemigos extranjeros, la Ley del Acuartela– miento quebraba también el principio de la autonomía de los go– biernos coloniales y en el fondo, sólo lograba agregar más leña a la hoguera que ya estaba encendida desde la Proclama de 1763. El Programa de Grenville, puesto en vigor solamente en dos años, contenía todos los elementos necesarios para provocar una reacción por parte de los colonos. Nunca, en toda la historia de la coloniza– ción inglesa, un gabinete había dado pruebas más claras de un plan– teamiento del Imperio cuidadosamente estudiado y de una incapaci– dad tan absoluta para percibir la verdadera naturaleza de las colonias, de estas distintas sociedades inglesas, crecidas y ya desarrolladas, autó– nomas en su administración, incrustadas en el continente norteame– ricano. La reacción colonial fue fuerte, unánime, hasta cierto punto, y se centró en la Ley del Timbre, aunque el resentimiento abarcaba el programa completo de 'Lord Grenville. Las campanas de vílIas y villorrios doblaron a funeral, las gacetas, periódicos y magazines aparecieron con sus páginas enlutadas; el pa– pel sellado fue confiscado por las autoridades coloniales y se intimidó 68

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