La revolución norteamericana, auge y perspectivas
Joaquln Barceló / EL PENSAMIENTO ILUSTRADO EN NORTEAMÉRICA "es una necesidad de la naturaleza tan real como el hambre, y el resentimiento y el desprecio del mundo es un dolor tan intenso como el de la gota o el de los cálculos. Produce con mayor rapidez y fre– cuencia la desesperación y el aborrecimiento de la existencia... Toda cualidad personal, toda bendición de la fortuna, se estiman en pro– porción con su capacidad de satisfacer este universal afecto a la estimación, simpatía, admiración y felicitaciones del público". Cuan– do Adams fundamentó en 1776 la necesidad de que los poderes legis– lativo, ejecutivo y judicial no estuvieran concentrados en una sola asamblea, lo hizo observando que "una asamblea es susceptible de todos los vicios, locuras y debilidades de un individuo", que tiende. a ser avara y ambiciosa, y que estos defectos pueden ser corregidos por medio de algún otro poder que pueda controlarla. Hallamos un planteamiento similar en James Madison (1750-1836). En una carta de octubre de 1788, le dice a Jefferson: "Siempre que haya un interés y un poder para hacer el mal, generalmente se hará el mal". Madison tenía conciencia de que la razón humana es falible, de que el amor propio es extremadamente poderoso y de que, por lo tanto, las opiniones y las actividades políticas de los individuos normalmente serán determinadas por motivos personales en oposición con el interés general. La solución política que él proponía consistía, pues, en permitir que los intereses privados de los hombres se contra– pusieran en un mismo campo de lucha, de tal manera que se neutra– lizaran mutuamente. "Al estructurar un gobierno que debe ser admi– nistrado por unos hombres sobre otros hombres", escribía Madison, "la gran dificultad reside en esto: primero hay que capacitar al go– bierno para que controle a los gobernados; en segundo lugar, hay que obligarlo a controlarse a sí mismo". Más específicamente agrega: "La gran seguridad contra la gradual concentración de los varios poderes en un mismo departamento consiste en dar a quienes admi– nistran cada departamento los medios necesarios y las motivaciones personales para resistir la intromisión de los demás... Debe hacerse que la ambición contrarreste a la ambición... El que tales medidas sean necesarias para reprimir los abusos del gobierno puede ser una censura a la naturaleza humana. Pero, ¿qué es el gobierno mismo sino la mayor de todas las censuras a la naturaleza humana?". Como puede apreciarse, todos estos pensadores políticos, tanto Jefferson como Adams y Madison, partían de una concepción de la naturaleza humana que les era común. Veían al hombre como un ser impulsado por motivos irracionales, movido por sus pasiones, por 69
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