La revolución norteamericana, auge y perspectivas

LA REVOLUCIÓN NORTEAMERICANA, AUGE Y PERSPECTIVAS sobre las doctrinas de la depravación humana y de la predestinación, con el consiguiente sentido de la pecaminosidad y de la conciencia torturada, sino que introdujo un elemento utilitario. Las virtudes puritanas continúan siendo vigentes para él, pero no por razones teológicas sino porque conducen al hombre hacia la felicidad. En su Autobiografía, dice Franklin: "La revelación como tal no tiene, en efecto, ningún peso para mí; pero sostengo que, aunque ciertas acciones puedan no ser malas porque la revelación las prohíbe, o buenas porque las ordena, con todo, las acciones deben probable– mente ser prohibidas por ser malas para nosotros, y prescritas porque son en sí mismas beneficiosas para nosotros". En otras palabras, no es la revelación la que enseña a distinguir el bien del mal y a recha– zar éste para buscar aquél, sino al revés: porque ciertas acciones son malas, la revelación las prohíbe, y porque otras acciones son buenas para nosotros, la revelación las prescribe. Es fácil percibir que, des– de este punto de vista, el fundamento moral de la bondad o maldad de las acciones no es de suyo diferente del fundamento de la bondad del pararrayos o de la riqueza económica. Unos y otros contribuyen al bienestar del hombre; son útiles, y por eso son bienes. Hay en semejante actitud un decidido optimismo concerniente a las posibilidades humanas de superación y perfeccionamiento. El progreso continuo de las ciencias de la naturaleza hacía augurar un progreso paralelo de las ciencias morales. Después que Rousseau ha– bía defendido la tesis de la bondad natural del hombre, parecía que sólo era necesario crear las condiciones sociales, económicas y polí– ticas adecuadas para restablecer a los hombres en su originaria dig– nidad y excelencia. Unos vieron en la Revolución el camino para lograr este fin; así, en 1797 escribía Elihu Palmer: "No hay que creer que los hombres, una vez instruidos en los principios de la ciencia civil, permanecerán largo tiempo en la ignorancia de su con– dición moral en la naturaleza. La condición moral del hombre será renovada tan sustancialmente por la Revolución americana como la condición civil; y ello es sin duda igualmente necesario para la felicidad del hombre". Otros en cambio, pensaron en la necesidad de abolir las distinciones y desigualdades resultantes de la propiedad de la tierra como un medio de eliminar el origen de los principales vicios humanos. Thomas Paine (1737-1809), remontándose a lo que podría concebirse como el estado natural del hombre recién creado, observó que la creación sólo estableció la distinción entre macho y hembra, perq no hizo diferencias de derechos ni de riquezas entre 52

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