La revolución norteamericana, auge y perspectivas
LA REVOLUCIÓN NORTEAMERICANA, AUGE Y PERSPECTIVAS poderes garantizaría en forma segura el recto y justo ejercicio del poder. Montesquieu convirtió el problema político, de problema moral, en problema estructural. En adelante sería posible erradicar por siempre cualquier intento de dictadura y establecer el imperio de la justicia. El poder mismo controlaría el poder. Las ideas de Locke y Montesquieu tuvieron por fin restringir el poder del Estado, someter la acción de la autoridad pública a la ley y ofrecer máximas garantías al individuo y sus derechos. El Estado debía tener la simple función de policía y sereno y limitarse a man– tener el orden público con el fin de que el individuo, gozando de un máximum de libertad y compitiendo libremente con los demás, pudiese dedicarse plenamente a la prosecución de sus fines. Distinto fue el camino que siguió Rousseau. Rousseau, en los párrafos iniciales del Contrato Social, formula la paradójica afirmación de que el· hombre que nace libre, vive como esclavo. El hombre que es libre como individuo pierde su libertad en la sociedad ya que queda sometido a la voluntad de' otro. ¿Cómo resolver esta antinomia? La respuesta de Rousseau es tan paradójica Como novedosa. Ser libre significa no quedar sujeto a una vóluntad ajena. Por consiguiente, el individuo libre que se integra a la sociedad debe poder seguir obedeciendo a' su propia voluntad. Cada uno debe ser su propia autoridad, cada uno debe ser gober– nante y gobernado a la vez: Ello se logra 'a través del consenso demo– crático en el cual la voluntad de cada uno se identifica con la volun– tad general. La comunidad democrática rousseauniana, más que una suma de seres racionales, es una comunidad afectiva y volitiva en que cada uno solidariza con los demás. El individuo que se identifica con la comunidad supera su voluntad egoísta y sus apetitos y realiza su naturaleza humana. El hombre alcanza su plenitud en la sociedad democrática. La sociedad democrática es la comunidad de hombres libres. De esta manera se supera la antinomia entre la libertad y autoridad, entre súbdito y gobierno. Cada uno coopera en la formu– lación de la ley que es la expresión de la voluntad general, de modo que cada uno obedece a la ley que él mismo se ha dado. Cada uno se convierte en su propia autoridad. Condición previa para ello es, ciertamente, que todos sean iguales, ya que sólo entonces todos pue– den contribuir libremente a la formulación de la ley como expresión de la voluntad general. En el pensamiento de Rousseau la libertad se confunde con la igualdad.
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