La revolución norteamericana, auge y perspectivas
LA REVOLUCIÓN NORTEAMERICANA, AUGE Y PERSPECTIVAS nobiliaria que hizo que la nobleza tendiera a transformarse en una casta cerrada, a monopolizar los altos cargos públicos, a reservar para ella la carrera militar y a exigir a sus campesinos con extremo rigor el cumplimiento de los derechos señoriales. Durante algún tiempo la nobleza francesa logró afirmar su posi– ción. Sin embargo, justamente la reacción nobiliaria dio origen a fuertes tensiones que a la postre provocarían la crisis general. Esta crisis se venía preparando también en la esfera de la con– ciencia y del pensamiento. Todavía en el siglo XVII la aristocracia habia tenido suficiente fuerza para crear una nueva imagen y un tipo ideal del noble. En la figura del Honnete Homme se habían combinado en armoniosa síntesis los tradicionales valores del caballero medieval, honor, leal– tad, desprecio de la muerte y anhelo de gloria y fama, con la piedad fervorosa de la religiosidad barroca y los valores estéticos de refina– miento y elegancia de la espiritualidad humanista. El siglo XVIII, en cambio, desligándose de los viejos ideales de lina– je, honor y fama, proclamó el ideal y el concepto de la personalidad humana. Un largo proceso emancipatorio de interiorización y sub– jetivización culminó en Francia en la concepción del hombre natural como lo describió Rousseau en el Emilio. En Alemania, Goethe y su generación proclamaron el ideal del hombre humano, la idea de la personalidad como totalidad, caracterizada a la vez por su indivi- dualidad y su universalidad. ..... Mientras que bajo el Antiguo Régimen el hombre se había com– prendido como parte de un determinado orden social, como cam– pesino, como comerciante honesto y honorable, como hidalgo, lord o seigneur, ahora el hombre era reconocido como persona y como representante y personificación individual de la humanidad. Ello significaba, en la conciencia y en el pensamiento, la liquida. ción y superación de la sociedad estamental del Antiguo Régimen. Los cambios económicos y sociales y la aparición de un nuevo ideal humano guardaban íntima relación con los cambios en el pensamiento general. Surgió una nueva visión de la naturaleza y de la historia. El siglo XVIII asimiló y divulgó las nuevas ideas que habían apare– cido en el siglo anterior y que significaban un verdadero vuelco en la historia intelectual. El hombre ilustrado, dando al Cogito Ergo Sum de Descartes un sentido que el mismo Descartes nunca le había atribuido, empezó a extender el análisis crítico a todos los sectores y aspectos de la realidad, a la tradición, a las costumbres, a los valores
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