La revolución norteamericana, auge y perspectivas
Ricardo Krebs Wilckens I EL MUNDO OCCIDENTAL EN EL SIGLO XVIII: SOCIEDAD... rosa institución financiera. Era, a la vez, banco de giro, banco comer– cial e instituto emisor que, siendo institución privada, cumplía con vitales funciones públicas y facilitaba al gobierno inglés los medios para financiar su política exterior y sus guerras. , Los cambios que se produjeron en los diferentes sectores de la economía tuvieron profunda repercusión en el desarrollo de la socie– dad. Si bien la inmensa mayoría de la población seguía viviendo en el campo, se produjo un considerable crecimiento de los centros urbanos y hacia fines del siglo XVIII empezaron a aparecer los primeros centros netamente industriales. Crecieron las capitales de las monarquías abso– lutas que eran a la vez residencias de la corte y de la nobleza, centros administrativos y centros económicos. Londres, la ciudad más grande e importante, alcanza a tener hacia el 1800 un millón de habitantes. París tiene 600.000. Seguían Nápoles con 350.000, Viena con 250.000 y Berlín con 170.000. La población urbana era sumamente diferenciada. Como consecuen– cia del éxodo de la población' campesina aumentaron las capas infe– riores y en las grandes ciudades apareció ya un auténtico proletariado. Los integrantes de este sector eran analfabetos, carecían de toda for– mación especializada y no poseían bienes materiales de ninguna es– pecie. Realizaban trabajos ocasionales y en tiempos normales podían apenas subsistir. Pero en tiempos de carestía y hambruna se veían expuestos a la mayor miseria y reducidos a la mendicidad. Su vida era triste y sin esperanza y no existía para ellos casi ninguna posibi– lidad de un ascenso social. En un peldaño superior se encontraba la pequeña burguesía, for– mada por almaceneros, tenderos, empleados en puestos inferiores, artesanos y maestros de oficios menores como los carniceros, pana– deros y zapateros. Todos ellos sabían leer, escribir y sacar las cuentas. Muchos entre ellos eran dueños de una casa que a la vez les servía de tienda o de taller. No poseían grandes reservas económicas y una crisis prolongada les podía deparar graves problemas. Sin embargo, estaban bastante más asegurados que el estrato inferior y estaban en condiciones de ofrecer a sus hijos un mejor porvenir. Asignaban im– portancia fundamental a la educación y procuraban facilitar a sus hijos el ingreso a alguna escuela municipal o conventual y a la uni– versidad. Un buen número de integrantes de la pequeña burguesía logró ascender socialmente e ingresar a los estratos superiores. Mas si bien individualmente estaban interesados en mejorar su posición,
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