La revolución norteamericana, auge y perspectivas
LA REVOLUCiÓN NORTEAMERICANA, AUGE Y PERSPECTIVAS te, a las nuevas exigencias. En el curso del siglo XVIII quedaron de– finidas las líneas que seguiría el desarrollo económico en el futuro. Cierto que en gran parte de Europa se siguió practicando una agricultura arcaica que se mantenía en el mismo nivel que había al– canzado en la Alta Edad Media. Entre el 80 y el 90% de la población vivía en el campo. Su vida era sencilla y aún primitiva. Las habita– ciones eran modestas chozas. El mobiliario era pobrísimo. Se usaban platos de greda y cucharas de madera. Una vez al día había comida caliente que generalmente consistía en una sopa. Se ponía la sopera en el medio de la mesa. Cada uno metía su cuchara. La base de la ali– mentación era el pan. La súplica a Dios que diese el pan de cada día tenía un significado patéticamente literal. La tecnología era pri– mitiva. Los implementos agrícolas eran de madera. El arado sólo te– nía una punta de hierro. Los cultivos eran extensivos. Por cada gra– no que se sembraba se cosechaban entre 3 y 4 granos, y ya un rinde de 5 por 1 era considerado una excelente cosecha. El trabajo de cuatro personas alcanzaba para alimentar a cinco. Los excedentes de la producción agrícola eran apenas suficientes para alimentar a la población urbana. Sólo había praderas naturales. Los animales pasta– ban en el monte. Al aproximarse el invierno, muchos de los anima– les debían ser beneficiados, ya que no había forraje para el invierno. Los animales eran mucho más pequeños que los de hoy. Una vaca pesaba cuando más entre 1.50 y 200 kgs. La rotación trienal dejaba la tercera parte de las tierras sin cultivo. Esta agricultura arcaica no estaba en condiciones de responder al desafío que planteaban la explosión demográfica y la incipiente revo– lución industrial. En el curso del siglo XVIII la agricultura comenzó a reaccionar y a responder a las nuevas exigencias. Se produjo la "re– volución agraria del siglo XVIII", como la llamaría Marc Bloch. Por medio del desecamiento de zonas pantanosas y de la irrigación de regiones secas se pudieron ampliar considerablemente las áreas cul– tivables. En Inglaterra se logró aumentar el rendimiento al 1 por 7 yen Holanda aun al 1 por 15 y al l por 20. Se introdujeron cultivos nuevos como la papa que, si bien en un comienzo fue muy resistida por la población, finalmente se impuso en Inglaterra, los Países Ba– jos y en Alemania, mientras que en los países del Mediterráneo se siguió prefiriendo el trigo y el pan blanco. En España, Italia y los Balcanes se empezó a cultivar el maíz y el arroz. Se perfeccionó el sistema de rotación, alternando distintos cultivos
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