La revolución norteamericana, auge y perspectivas
DISCURSO DEL SEÑOR ASESOR CULTURAL DEL GOBIERNO, SR. ENRIQUE CAMpOS Y los convertirán en Estados con idéntica autonomía y los mismos derechos que aquellos que fundaran la nacionalidad. Con clara visión de su portentoso destino, la finca aquella que tan pintorescamente considerara Adam Smith como propiedad ingle– sa en la lejana América, se alzó de pronto en toda su majestad, y se enfrentó a la Metrópoli, a sus dictámenes, a sus autoridades y hasta a sus ejércitos y armadas, para proclamar su libertad. Acrecienta y dignifica la importancia de la Emancipación Ameri– cana su hondo contenido espiritual y ese excelso ideal colectivo en– raizado en la propia verdad que se plasma primero en la Declaración de Independencia y se concreta más tarde en la Constitución de Esta– dos Unidos de América. Esto hace que la creación de una patria en virtud de la nobleza, valor y sinceridad de su pueblo, sea un epi– sodio vital que desborda su propia historia y se constituya en una de las más enaltecedoras conquistas de la civilización. En 1817 nuestro Fray Camilo Henríquez ya afirmaba: "A la som– bra de los caracteres más ilustres, van apareciendo en la América del Norte los milagros del ingenio". El viejo designio. de los primeros colonos norteamericanos de ser la imagen renovada del "pueblo elegido", adquirió toda su vigencia al llegar a ser las colonias americanas las depositarias de lo que po– dríamos llamar un nuevo libro, que se agregaba a los del Viejo y Nuevo Testamento, que fuera la guía de conducta de los peregrinos. Este nuevo libro, que codificaba las enseñanzas del movimiento filosó– fico de la Ilustración, alejaba para el mundo las sombras del Apoca– lipsis, y ofrecía al hombre una profética visión de sus posibilidades de superación si quebrantaba las cadenas del oscurantismo que lo retenían rumiando una actitud de pasado. Inspirándose en los bri– llantes enunciados del "Siglo de las Luces", los colonos fueron capaces de percibir y dar un sentido pragmático a las conquistas en todos los campos del conocimiento, alcanzadas gracias al ejercicio de la libertad. El período que va de Descartes a Kant proyecta su deslumbra– miento a lo largo de todo el siglo XVIII, provocando una revolución profunda en el pensamiento y en las costumbres. El mito de la Anti– güedad Clásica, realzado por el Renacimiento, es reemplazado por la exaltación del nuevo hombre y de sus posibilidades infinitas. Se sale de la oscuridad hacia la luz y la historia se organiza como un progre– so hacia la racionalidad. El movimiento cultural de la .IlustraciÓn entroniza y deifica a la razón, abre profunda brecha de crítica en las
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