La revolución norteamericana, auge y perspectivas

LA REVOLUCIÓN NORTEAMERICANA. AUGE Y PERSPECTIVAS des empresas canalizaron hacia el Nuevo Mundo, y el afán de depu– ración religiosa de un grupo separatista de la iglesia anglicana. El arquetipo de estas migraciones lo constituye el azaroso viaje del May– tlower, aquel mítico velero que en 1620 desembarcó en la Roca de Plymouth a los cien primeros colonos-peregrinos que llegaron a Amé– rica buscando libertad espiritual para ejercitar su estricto puritanis– mo y, al mismo tiempo, un campo abierto para expandir sus ansias de adelanto material. Adam Smith, el famoso filósofo y economista escocés, deda: "In– glaterra compró para algunos de sus súbditos que se encontraban in– cómodos en su país, una enorme finca en una tierra lejana". Mas a poco, los hombres que habitaban esa finca, comenzaron a diferen– ciarse notoriamente de lo que fueran en su país vernáculo. Un nue– vo espíritu, una nueva concepción de la vida, una sociedad con nuevos y peculiares usos, costumbres e ideales, comenzó a organizarse en la costa atlántica de la América del Norte. En ese vasto territorio desplegaron los colonos el vuelo de su ánimo creador, moderados por la severa conducta impuesta por su fe, pero impulsados por un afán incontenible de prosperar. Con una moral estricta. común a todos los credos, libremente discutieron y aprobaron sus leyes, pero también supieron someterse a su fiel cum– plimiento. Y tal fue la devoción de estos hombres a sus principios y normas yel ímpetu de sus logros materiales, que en un lapso de poco más de siglo y medio. adquirieron conciencia cabal del valor de sí mismos, del sentido misional de la obra por realizar en el escenario grandioso que la naturaleza les ofrecia, que nació en ellos un espon– táneo e irresistible sentimiento de independencia que arrasó con todos los vínculos tradicionales que los ligaban a Inglaterra. Su porvenir ya no dependía de aquel Viejo Mundo que dejaran en el Este; su desafío existencial, era la conquista de esa geograffa salvaje y promisoria que se dilataba hacia el Oeste. Con voluntad sostenida se adentran en lo desconocido escribiendo en cada jornada una epopeya de coraje. Dominan la tierra, abren sendas y surcos, levantan fuertes y templos, asientan sus hogares y aguardan confiados el futuro defendidos por una biblia y un fusil. Formarán así una gran nación que empuja sus fronteras más allá de los horizontes y las montañas y se extenderá por miles de kilóme– tros de mar a mar. En la l1amada "Expansión al Oeste" incorporarán los nuevos territorios, los fertilizarán con su trabajo y con sus leyes,

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