La revolución norteamericana, auge y perspectivas
LA REVOLUCIÓN NORTEAMERICANA, AUGE Y PERSPECTIVAS norteamericano ha tenido éxito hasta ahora, es porque el documento que constituye su núcleo es breve y escrito en términos generales y flexibles. La Constitución contiene menos de 5.000 palabras, exclu– yendo las 26 enmiendas agregadas desde 1791. Es un documento sor– prendentemente corto que contrasta notablemente con la Constitución Mexicana de 1917, que consta de aproximadamente 29.000 palabras, o las distintas constituciones estatales de la Unión Norteamericana, la mayoría de las cuales son muy detalladas y largas en exceso. Por ejemplo, la constitución del estado de Louisiana contiene casi 250.000 palabras, casi tanto como una novela de 300 páginas. Las constitu– ciones de ConnectÍCut y Rhode Island, dos de los 13 Estados origi– nales, contienen casi 8.000 palabras. El contenido promedio de una constitución estatal es de 25.000 palabras, más de 5 veces el de la Constitución Nacional. A modo de comparación la Constitución Chi– lena de 1925 contiene aproximadamente 12.700 palabras. La brevedad de la Constitución Norteamericana admite de llenar muchos detalles por diversos medios, como ser, mediante leyes decre– tadas por el Congreso. Estas complementan disposiciones constitu– cionales específicas redactadas en términos generales. Lo mejor de este sistema es que la Constitución puede adaptarse a las cambiantes necesidades del Estado sin requerir enmiendas formales. Puede ser -y ha sido- interpretada al pasar de los años por diferentes genera– ciones de norteamericanos, de acuerdo a las necesidades de cada época. A comienzos de su historia, John Marshall, presidente de la Corte Suprema, declaró en un pronunciamiento legal que la Constitución Norteamericana es "una Constitución diseñada para durar muchísimos años y, en consecuencia, adaptable a las diferentes crisis en los pro– blemas humanos. El haber prescrito los medios por los cuales el gobier– no debiera en el futuro ejercer sus facultades habría sido alterar como pletamente la naturaleza del instrumento, confiriéndole las propie. dades de un código legal". Marshall opinaba que no sería aconse· jable hacerlo así y la historia le ha dado la razón. Finalmente, podría agregar que un aspecto importante de la Cons– titución es su hermetismo respecto a diversos importantísimos aspectos de la vida política norteamericana. No hay nada en la Constitución acerca de la compra de territorios, lo que preocupó mucho al Presi· dente Jefferson en 1803 en la ocasión de comprar el territorio de Louisiana a los franceses, compra que resultó ser "la mejor ganga en la historia norteamericana". Tampoco contiene mención alguna de partidos políticos, la misma sangre vital de la democracia americana. 160
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