La revolución norteamericana, auge y perspectivas

E. Víctor Niemeyer, Jr. I LA Co,'1STlTUC¡Ó¡'¡ NORTEAMERICANA {lE 1789 un Senado. En esos instantes estaban tomando café.Washingtonprc:· guntó a Jefferson, "¿por qué vació usted su café en el platiIlo?'~. Jeffer~, son respondió: "para que se enfriara". "Exactamente'!, dijo Wa~ shington, "vertemos legislación en el platillo senatorial a fin de en" friarlo:'. Esto significaba que el Senado actuaría como una balanza. una fuerza estabilizadora dentro del proceso legislativo. Los redac– tores de la Constitución, ha de recordarse, tuvieron gran cuidado de evitar una cantidad excesiva de democracia,: porque temían que el bajo pueblo, en aquel entonces carente' de preparación y casi analfabeto, no tendría los conocimientos suficientes. para gobernarse en forma inteligente. Si la Casa de Representantes quedaba sujeta a elecciones populares directas, el Senado, elegido por Legislaturas Estatales, ejercería la vital influencia controladora sobre el proceso legislativo. No debemos sacar conclusiones de ésto en el sentido de que los delegados a la Convención eran antidemocráticos. Lo que perseguían era un gobierno equilibrado, funcionando democrática– me~te pero no con una democrada ilimitada. El Senado actuaría como fuerza controlad.ora, pero la Constitución no se preocuparía de resguardar la propiedad; tampoco se especificaron medidas sobre propiedades en relación. con cualquier' cargo federaL . '. Una vez acordada la "Gran Avenencia", fue fácil llegar a acuerdos sobre otros puntos. El temor que el nuevo gobierno nacional ejer– cería sus poderes para favorecer los intereses de las empresas comer· ciales y manufactureras del Norte a .expensas de los .intereses agrícolas del Sur, o viceversa, resultó en una prohibición .absoluta de impuestos sobre exportaciones. Aun hoy en día EHados Unidos es una de la~ pocas naciones que no puede recaudar impuestos sobre sus exp-or– tacipnes. Algunos delegados nortinos querían descartar los esclavos como parte de la población para fines de decidir el número de repre– sentantes que correspondería a un Estado en la cámara baja; y al contrario, algunos sureños querían hacer valer la totalidad de sus esclavos. Por tanto, llegaron al acuerdo de contabilizar solamente las tres quintas.parte!\ de los esclavos. Algunos dele~dos deseaban abolir la trata de esclavos, mientras otros, principalmente sureños; querían perpetuar el· sistema. El convenio que se logró sobre est<7 pU,n~o fU,e que el comercio de esclavos seguiría hasta 1808, fecha.en que el Congreso podría prohibirlo, lo cual efectivamente hizo en ese año. Otro convenio tenía relación con la admisión de los nuevos Estados que se irían formando en el territoriQ del Oeste. Los adine– rados y propietarios.del Este temieron que los nue-yos. E.stados adop-

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