La revolución norteamericana, auge y perspectivas

E. Víctor Niemeyer, Jr·. I LA CONSTITUCIÓN NORTEAMERICANA' DE 1789 ción se haya desentendido de esta directiva y, en cambio, redactó un documento completamente nuevo, osea, la Constitución de 1789, redundará eternamente en su honor y gloria. Todos los Estados, excepto el de Rhode Is1and, donde la legislatura estatal-estaba con– trolada por un partido agrario de granjeros y deudores, enviaron delegados a la Convención de Filadelfia en 1787. Ahora cabe decir algunas palabras acerca de los hombres que redactaron lo que el Primer Ministro Gladstone calificó más tarde como 'la más maravillosa obra que haya sido forjada en un momento dado por las inteligencia y voluntad del hombre". ¿Quiénes fueron? En un sentido real, eran los hombres más eminentes de su época, y eran jóvenes; su edad promediaba alrededor de los 42, años. El mayor era el internacionalmente famoso Benjamín Franklin, de 81 años de edad y enfermo de gota, quien asistió a las sesiones transpor– tado en una silla cargada por cuatro reos de la cárcel local. A des– pecho de su juventud, los cincuenta y cinco delegados que efectiva– mente asistieron a la Convención estaban bien preparados para la labor de redactar una constitución. Siete de ellos habían servido como Gobernadores de, sus respectivos Estados, dos tercios del total habían cumplidos períodos en el Congreso Continental, ocho habían tenido experiencia previa en la redacción de constituciones estatales, ocho habían firmado la Declaración de Independencia y la mitad de ellos eran egresados universitarios. Sus profesiones recorrían toda la gama desde comerCiantes; manufactureros, hacendados, banqueros hasta abogados. Seis de estos hombres deben ser mencionados específicamente por haber cumplido papeles destacados en la Convención. Ellos fueron George Washington, James Madison y Edmundo Randolph, de Vir– ginia; Benjamín Franklin, James WiÍson y el Gobernador Morris, de Pennsylvanía. George lVashington no habia deseado asistir porque su dentadura, al igual que sus finanzas, estaban en bastante mal estado. Sin embargo, logró convencerlo Madison que el futuro del país depen– día de su apoyo; por tanto, llegó para encontrarse elegido como presi– dente de la asamblea. Hombre de gran prestigio, Washington "inspi– raba respeto y reverencia universales", Aunque hablaba poco, logró impedir que la Convención se apartara de la gran tarea de establecer un gobierno realmente funcional. Entre todos los presentes James Madison probablemente era el mejor informado acerca de su país. Conservador en asuntos económicos, pero liberal ,en sus puntos de vista en cuanto a los derechos civiles, Madison se esforzó para establ,e-

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