La revolución norteamericana, auge y perspectivas

Cristián Guerrero Yoacham I LA DIPLOMACIA DE LA REVOLUCiÓN NORTEAMERICANA Francia debía ser consultada en todas y cada una de las etapas y sobre todos los temas de las negociaciones. Aquí fue donde comenzaron las dudas y cavilaciones de Franklin, quien desde un primer momento vio que Vergenne trataba de dilatar las negociaciones y no se explicaba el porqué. Luego sospechó que Vergenne ocultaba algo, que por ahora no podía descubrir. Las conversaciones de Franklin con Oswald y Grenville le confir– maron al astuto diplomático norteamericano sus sospechas y por ello las aceleró al máximo, planteando algunos términos necesarios y otros deseables que debía contener el tratado de paz. Entre los términos necesarios estaba el reconocimiento de la Independencia plena, total y absoluta de Estados Unidos por Inglaterra, la evacua– ción de tropas británicas de territorio norteamericano, la fijación de fronteras en el norte en la situación previa al Acta de Quebec de 1774 y la libertad de pesca en los bancos de Newfounland. Entre los términos deseables estaba la total y absoluta reconciliación entre ambas naciones, la entrega a Estados Uni~os de una indemnización de guerra, el reconocimiento británico de los errores cometidos du– rante la administración colonial, tratamiento igualitario a los navíos americanos en los puertos ingleses, irlandeses y, finalmente, la posi– ble cesión del Canadá. Oswald advirtió a Franklin que no veía inconveniente en los tér– minos indispensables, pero surgían problemas en cuanto a los tér– minos deseables, informándole que remitiría de inmediato los ante– cedentes al Foreign Office para su resolución. En el despacho de Os– wald, éste se refirió a Franklin en elogiosos términos, llamándolo "sabio y honesto" y "negociador ideal", El Foreign Office se encon– traba estudiando la situación, cuando el 19 de Julio de 1782 falleció Lord Rockingham y Shelburne pasó a ocupar el cargo de Primer Mi– nistro. Shelburne invistió a Oswald como negociador oficial instru– yéndole para buscar la paz con "los representantes de las colonias y plantaciones". Al mismo tiempo, Alleyne Fitzherbert fue nombrado por Shelburne para negociar con Francia y España. Franklin estaba listo para lidiar con Oswald, pero John Jay, que había viajado apresuradamente a París, le hizo ver que no podía aceptarse el nombramiento de Oswald en los términos en que estaba planteado, pues debía referirse a los representantes de Estados Uni– dos y no de las colonias y plantaciones. Franklin inmediatamente escnbió a Londres haciendo presente esta observación y de acuerdo con Jay enviaron a Benjamin Vaugham para apresurar los trámites,

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