La revolución norteamericana, auge y perspectivas

LA REVOLUCIÓN NORTEAMERICANA, AUGE Y PERSPECTIVAS Charles James Fox como Secretario para los Departamentos del Norte y al Conde de Shelburne como Secretario para los Departamentos del Sur. Ambos Secretarios habían tenido actitude5 francas y hasta cierto punto amistosas hacia los americanos en el pasado, en la época en que se había rechazado la Ley del Timbre. Por sugerencias de Fox, Rockingham propuso llegar a hacer la paz con }()s norte– americanos, y con Francia, sobre la base del reconocimiento de Estados Unidos. Para iniciar las conversaciones al respecto, Rockingham envió a París a Richard Oswald y Thomas Grenville, para entenderse con Franklin y el Conde de Vergenne. Ambos diplomáticos hicieron sa– her, desde un comienzo, a los enviados británicos, que la paz se haría en conjunto y no en forma separada y que los aliados no harían ni dirían nada que pudiese ser equivalente a la Independencia de Estados Unidos. Sin embargo, fue en estos precisos momentos cuando el Conde de Vergenne asombró a Franklin y a todos los norteamericanos con algunos planteamientos novedosos. Vergenne manifestó que era preferible que las conversaciones con los representantes británicos se hicieran en forma separada y no en bloque. Franceses por una parte, norteamericanos por otra. Según dijo, esto no tenía ninguna importancia y era sólo un procedimiento, porque al fin de cuentas, los tratados que se firmarían debían ser confirmados por el aliado. Pero, ¿por qué esto?, ¿por qué causas el conductor de la política exterior francesa planteaba algo tan curioso? La explicación que se ha dado, no es otra que aquella relacionada con el duro bregar que Vergenne tenia ante sí para convencer a los norteamericanos que continuaran participando en la lucha, hasta que pudiera dar satisfacciones a las demandas de su otro aliado, vale decir, España, ¿y cuál era la satisfacción? Simplemente que los ingleses fuesen <expulsados de Gibraltar. Al mismo tiempo que Vergenne planteaba esto en Europa, Cheva– lier de La Luzerne, Ministro de Francia en Estados Unidos, que había 'reemplazado a Conrad Alexander Gérard, planteaba al Secretario de Asuntos Exteriores Robert Livingstone, que era indispensable la in– sistencia norteamericana en el reconocimiento de la Independencia de Estados Unidos por parte de Inglaterra, que las futuras fronteras de Estados Unidos debían trazarse en dirección de las Floridas por el Sur, el Canadá por el Norte y el Mississippi por el Oeste, advirtién– dole al mismo tiempo que en base al tratado Franco·Americano,

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