La revolución norteamericana, auge y perspectivas
Cristián G!le1Tero Yoacham / LA DIPLOMACIA DE LA REVOLUCIÓN NORTEAMERICANA aislacionismo que predicaba fue, después de la experiencia, uno de los pilares más sólidos de la política exterior norteamericana. España de inmediato dio cumplimiento a su palabra contraída en la Convención de Aranjuez. Ordenes emanadas de Madrid obli– garon al Capitán General de Cuba y al Virrey de México a entregar armas y dinero a los rebeldes norteamericanos, ahora en forma abierta, pero en su condición de luchadores contra los ingleses, y no de com– batientes por la Independencia. La flota española del Caribe recibió instrucciones para hostigar a todas las colonias y puertos británicos de las Indias Occidentales. Bernardo de Gálvez, Gobernador de Loui· siana, inició una expedición ascendiendo el curso inferior del Missi· ssipi, capturó Fort Bute el 7 de Septiembre de 1779, luego Baton Rouge, y Fort Namure en Natchez. En seguida logró neutralizar los movimientos del General CampbelI y frustró el ataque sobre Saint Louis, en Mayo de 1780. Posteriormente, el Comandante Cruzat de Saint Louis, atacó los fuertes ingleses de Saint Joseph en Febrero de 1781, y el Gobernador Gálvez capturó Mobile y PensacoIa. Cuando Gálvez preparaba la expedición para atacar Jamaica, vino el tratado de paz. España frustró los intentos británicos de controlar el Mississippi y reconquistó Mobile y Pensacola, al tiempo que la ayuda desde Cuba y México fue una contribución que no debe ser olvidada. Holanda fue el siguiente país que se vio envuelto en los problemas por la Independencia de Estados Unidos, aunque su intervención no fue producto de una política o de una acción premeditada, como ocu– rrió con Francia y con España. En un comienzo Holanda no manifestó ningún interés especial por el problema de las colonias; comerciantes, banqueros y navieros ho– landeses al igual que el gobierno, prefirieron adoptar una política de neutralidad aunque no dejaban de tener motivos para quejarse de Inglaterra. Y fue precisamente en defensa de esa neutralidad la razón por la que Holanda se vio envuelta en el conflicto. Un siglo antes de estallar la Revolución Norteamericana, cuando el poder marítimo y comercial holandés sucumbió frente a Gran Bre· taña, Holanda se vio obligada a firmar dos Tratados con Inglaterra. En 1647, un Tratado anglo·holandés reconoció el principio de que los navíos neutrales están libres de captura en períodos de guerra y que las mercaderías que llevan a bordo no están sujetas a incautación. estipulando categóricamente que los implementos de navegación. no eran contrabando de guerra. En base a este tratado, los holandeses
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