La revolución norteamericana, auge y perspectivas

LA REVOLUCIÓN NORTF.AMERICANA, AUGE y PERSPECTIVAS Británica, Belice, y compartiría derechos de pesca en Newfounland. Por su parte, Francia solicitaba la expulsión de los británicos de esta última posesión, pedía compartir la corta del palo de campeche en la Honduras Británica, demandaba la entrega de Senegal y de la isla Dominica en las Indias Occidentales y el restablecimiento de sus antiguas posesiones y zonás de influencia en la India. Finalmente, la Convención de Aranjuez estableció que ninguno de los pactantes podría firmar la paz con Inglaterra en forma separada. Con la Convención de Aranjuez se producen situaciones parado– jales para Francia, situaciones que se hacen más extrañas cuando se recuerda el Tratado de Alianza que ya tenía firmado con Estados Unidos. Por este último Tratado, Francia debe continuar la guerra contra Inglaterra hasta que la Independencia de Estados Unidos fuera reconocida formalmente por el Tratado o los Tratados que pusieran término a la guerra. Por la Convención de Aranjuez, Francia se obligó a luchar hasta que Gibraltar pasase a manos de España. Es decir, los compromisos que cóntrajo le planteaban ante sí dos obje– tivos muy difíciles de alcanzar, no solamente desde el punto de vista militar como era el caso de Gibraltar, sino desde el punto de vista diplomático, y aquí estaba la situación planteada desde un comienzo por España de negarse a reconocer la Independencia de Estados Unidos, o lo que es lo mismo, Estados Unidos debería esperar hasta que Gibraltar pasase a manos de España para 10h'far el reconocimiento por parte de Inglaterra. Por ello, indirectamente, por la situación creada por Francia, la Independencia norteamericana desde el punto de vista diplomático quedó atada temporalmente al célebre peñón de entrada del Mar Mediterráneo, o sea a una fase política europea, no americana', con la cual Estados Unidos poco o nada tenía que hacer. En lo concreto, los dos tratados firmados por Francia eran con– tradictorios respecto de Estados Unidos, "bígamos", como los llama el Profesor Bemis, incompatibles entre sÍ. Estados Unidos se habría visto envuelto en los embrollos de la diplomacia europea a no ser por los acontecimientos posteriores que tomaron un curso diferente, inesperado para los americanos, como también para los españoles. Esta contradicción, esta bigamia francesa, fue uno de los problemas más graves con que tropezaron las negociaciones de paz en 1783, aparte de que la experiencia que de ellos tomaron los norteameri– canos, fue uno de los factores más importantes que comprobaron cuán acertada había sido la recomendación de Thomas Paine, y por ello el

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