La revolución norteamericana, auge y perspectivas
LA REVOLUCiÓN NORTEAMERICANA, AUCE 'l( PERSPECTIVAS desde Philadelphia, ciudad a la cual habia llegado después que los tratados. La guerra en América continuó tal cual como Francia deseaba y ello dio fuerzas a Vergenne para lanzarse en contra de Inglaterra en una serie de acciones militares que comenzaron en la batalla naval de Ushant el 17 de Junio de 1778. Una fuerza expedicionaria francesa, al mando de Rochambeau llegó a Estados Unidos en 1780. La com– binación de las fuerzas francesas con las de Washington, tal cual fue explicado en las conferencias anteriores en que se estudiaron las accio– nes militares, dio la victoria definitiva a los norteamericanos en la campaña de Yorktown, entre el 30 de Agosto y el 19 de Octubre de 1781. Es definitivo que sin la ayuda francesa, la lucha y el triunfo por la Independencia de Estados Unidos habría sido muy difícil. La alianza franco-americana, como lo hemos dicho anteriormente, envolvió a Estados Unidos en los problemas europeos que poco o nada tenían que ver con el problema de la Independencia. Francia y Estados Unidos habían tratado que España se incorporara a la alianza. Para ello, Estados Unidos envió a John Jay. ex Presi– dente del Congreso Continental, a Madrid, con la oferta de que Estados Unidos no plantearía ningún tipo de intención respecto del Mississippi, si España entraba en la alianza. Jay permaneció dos añoil en Madrid, sin tener ningún éxito, a pesar que a través de amigos personales que tenían influencia en la Corte, pujó para que España siguiera el ejemplo francés de dar ayuda económica antes que se firmara la alianza franco-americana, en especial a través de un perso– naje, José de Gardoqui, que en España desempeñó igual papel que Beaumarchais en Francia, creando también una firma ficticia. La monarquía española nunca estuvo dispuesta a reconocer la Indepen– dencia norteamericana, en ninguna forma, por el precedente que sentaba en sus colonias hispanoamericanas, pero sin duda sentía satis– facción por los problemas que enfrentaba Inglaterra y muchos deseos tenía de ver sometido al León Británico. Pero la insistencia de Ver– genne, y la oferta hecha por Francia de retornar a España las Floridas en caso de triunfo sobre Inglaterra, era una tentación bastante fuerte para ser rechazada y por ello se aventuraron en la ayuda secreta. Una vez que las colonias declararon formalmente la Independen– cia, el Congreso envió a Arthur Lee para colaborar con J ay en su misión. El resultado fue siempre el mismo. Lee, al igual que Jay, no fue recibido en la Corte y por el contrario el Ministro Grimaldi le invitó, por medio de interpósita persona. a alejarse cuanto antes de
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