La revolución norteamericana, auge y perspectivas
LA REVOLl:CIÓN NORTEAMERICANA, AUGE Y PERSPECTIVAS Jefferson rechazó el nombramiento, y Arthur Lee, que se encontraba París, fue designado en su reemplazo. Según instrucciones del Congreso del 24 de Septiembre de 1776, la misión debía también buscar la ayuda de España y otras potencias, y en ella muy pronto sobresalió por su influencia y su accionar, Benjamin Frauklin. El erudito investigador Dr. Carl Van Doren, autor de una notable biografía de Franklin, ha escrito al respecto: "Nadie pudo haber previsto la explosión de entu· siasmo que convirtió a Franklin, de la noche a la mañana, en el hom– bre más famoso del mundo francés. Flanklin se convirtió en el tema del día en todos los cafés. Allí a la vista tenían algo de utópico pero al mismo tiempo era corpóreo. Allí tenían a un sabio que parecía surgido del pasado y, sin embargo, se diría pertenecía a un porvenir luminoso. El estado natural de que hablaba Rousseau tal vez fuese algo abstracto. Pero en Franklin no había nada de abstracto, pues era la cabeza rectora, a juicio de la opinión francesa, de la rebelión, de un estado natural contra la corrupción de un orden decadente. Puesto que rara vez se le veía en público, sus retratos estaban tan ampliamente en demanda, que antes de mediados de Enero estaba de moda el que todo el mundo tuviese un grabado encima de la chi– menea. La moda no pasó. Dos años después hizo saber a su hija que su retrato había aparecido en muchos medallones de diferentes tama– ños: "algunos, dice ei mismo Franklin, para ser fijados en las cajas de rapé, y otros de tamaño tan reducido que pueden colocarse en sortijas; resultando increíble la cantidad de ellos que se venden. Estos juntamente con los retratos, bustos, reproducciones (de las que hay copias y copias diseminadas por doquier), han dado lugar a que la cara de tu padre sea tan conocida como la luna, de manera que ya no se atreve a hacer nada que le obligue a huir, ya que su aspecto le delataría dondequiera que se aventurase a mostrarse", Aunque Fran– klin se daba cuenta cabal de su popularidad, no se sentía molesto, agrega Van Doren, y disfrutaba del honor que le hacían y procuraba merecerlo". A esta enorme influencia de Franklin en la opinión pública se deben muchas acciones de importancia, entre ellas el entusiasmo con que el Marqués de Lafayette abrazó la causa americana y su enorme participación en las campañas militares. El aporte de Lafayette fue decisiva y hasta el día de hoy los niños en las escuelas norteamericanas repiten un dicho que fue popular en los primeros años de vida inde– pendiente de Estados Unidos: "Forget us God if we forget the sacred sword of Lafayette". Igualmente a Franklin Se debe la participación 126
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