La revolución norteamericana, auge y perspectivas

Cristiátl Guerrero Yoacham I LA DIPLOMACIA DE LA }U;VOLUCIÓ:-; NORTEAMERICANA nalmente, el Conde envió un agente secreto a las colonias, en Sep– tiembre de 1775. Este fue Archard de Bonvouloir, quien recibió ins– trucciones de observar atentamente la situación imperante y advertir a los americanos que Francia no deseaba recobrar el Canadá y que miraba con simpatías los esfuerzos y la lucha que mantenían contra Inglaterra. Especial énfasis se puso en las instrucciones a Bonvouloir de no comprometer a Francia en ninguna acción. Desde Philadelphia, Bonvouloir informó al Conde de Vergenne que el Congreso Conti– nental parecía estar decidido a declarar la Independencia, y ello bastó para que el Ministro francés de Asuntos Extranjeros convenciera a Luis XVI de embarcarse en una definida política de ayuda a las co– lonias rebeldes. El ]9 de Mayo de 1776, Luis XIV firmó una Real Orden para que se girara la cantidad de un millón de libras en favor de las colonias, dinero que se usó en cancelar la compra de municiones y armas que mucho necesitaban los colonos. Todos estos hechos se realizaron por intermedio de Beaumarchais, para lo cual el célebre autor creó una compañía comercial, absolutamente ficticia, que llamó Roderi~ue. Hortaléz et Compaignie. Carlos III de España, tío y aliado de Luis XVI por el Pacto de Fa– milia, a insinuación y bajo la presión de la Cancillería francesa, con– tribuyó con otro millón de libras a través del mismo sistema. Esta fue la primera contribución material y la primera cuota dada por Francia y España para colaborar en la rebelión de las colonias britá– nicas. Debemos recordar que todos estos acontecimientos ocurrían antes que las colonias declararan la Independencia, antes de que Esta· dos Unidos enviasen algún agente diplomático a Francia o España. y ello demuestra que el gobierno francés, por la insistencia de Beau– marchais, había alcanzado la conclusión que la oportunidad de re– vancha había llegado, y que contribuyendo a derrotar a Inglaterra en su lucha contra las colonias, sería relativamente fácil para Fran– cia recobrar su perdido poder en Europa. En el entretanto, el Congreso Continental no se había despreocu– pado respecto de la posible colaboración internacional en su lucha contra Gran Bretaña. El 29 de Noviembre de 1775, el Congreso Continental nombró un Comité Secreto de Correspondencia, Secret Committee on Correspon. dence, "con el solo propósito de mantener relaciones con nuestros amigos de Gran Bretaña, Irlanda y otras partes del mundo", según 12 3

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