La revolución norteamericana, auge y perspectivas

LA REVOLUCIÓN NORTEAMERICANA, AUGE Y PERSPECTIVAS El Conde de Vergenne, Ministro de Asuntos Exteriores de Luis XVI, se dio cuenta en forma tardía que la rebelión de las colonias británicas de América del Norte, podría ser la oportunidad que Fran– cia esperaba desde 1763. Sin embargo, un escritor y diplomático ama– teur, Pierre Agustín Caron de Beaumarchais, autor de Las bodas de Fígaro y El barbero de Sevilla, advirtió a Vergenne sobre este hecho, a través de una serie de memorandum, los cuales sirvieron al Conde de Vergenne para convencer a Luis XVI que la oportunidad había Ilegado y que era necesaria la intervención de Francia en ayuda de las colonias rebeldes, a lo menos en forma secreta, porque si Ingla– terra era derrotada en América, su poderío declinaría en Europa y ello facilitaría el resurgimiento de Francia. "Es al inglés, Majestad, a quien corresponde humillar y debilitar, dijo Vergenne al Rey, si es que usted no quiere ser humillado y debilitado en cada ocasión". Pero Beaumarchais, colocándose también en la alternativa de que los problemas entre las colonias continentales y la Metrópoli se solu– cionaran, preguntaba a Vergenne y Luis XVI qué haría Francia si ello llegaba a ocurrir y advertía que el destino de las pocas colonias france– sas que quedaban en el Nuevo Mundo estaba sellado, pues serían absorbidas por las colonias inglesas o por la unión entre la Metró– poli londinense y sus colonias. Lo que había que hacer, para salva– guardar los intereses de Francia, no era sino aprovechar la oportuni– dad que el conflicto entre Londres y las colonias continentales les presentaba; para ello Beaumarchais escribió al Rey: "Majestarl, la única manera es dar ayuda a los americanos, tanto como para hacer de sus fuerzas iguales a las de Inglaterra. Créame mi Señor, el ahorro de unos pocos millones en el día de hoy pronto puede causar un gran derramamiento de sangre, y de dinero, que perderá Francia. Si se nos dice que no podemos ayudar a los americanos sin causar una tor– menta sobre nosotros, yo contesto que este peligro puede evitarse si adoptamos el plan que a menudo he propuesto, de ayudar a los americanos secretamente". La única crítica que podríamos formular a los planteamientos de Beaumarchais es que su idea que las colonias o los británicos se aba– lanzaran sobre las colonias francesas del Caribe, era imposible en la práctica, pero en lo que Beaumarchais estaba totalmente acertado era cuando afirmaba que la oportunidad que tanto deseaba Francia de vengar su derrota en la Guerra de los Siete Años, ya había llegado. A medida que Beaumarchais urgía al Conde de Vergenne ya Luis XVI para ayudar a las colonias rebeldes, ambos fueron cediendo y, fí· 122

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