La revolución norteamericana, auge y perspectivas
LA REVOLUCIÓN NORTEAMERICANA, AUGE Y PERSPECTiVAS dos, nariz prominente y de enérgica barbilla; pero de ojos pensativos, de vastedad azul y cierto aire desmayado. ausente y desengañado. O como nos dice de él J efferson, "...fino, de estatura exactamente como uno la hubiese deseado, de porte desenvuelto, erecto y noble". Y Abigail Adams lo encontrará de presencia majestuosa, "con más gracia y dignidad que el rey Jorge III"2. En suma: un aristócrata, un gentilhombre virginiano, que rechaza con horror una corona y que, en cambio, dedica su vida y sus afanes a la construcción de una República, poniendo en ello el caudal de sus cualidades personales, su tranquila firmeza, su don de mando, su amor al estudio y al perfeccionamiento, su buen juicio, su fide– lidad a la causa por él abrazada y su perfecto valor físico y moral. Sin embargo, el héroe fue un hombre de su tiempo; enraizado en una tierra y en una sociedad, no ajeno a ella, viviéndola con inten– sidad y mostrando a lo largo de su vida los efectos de sus circunstan– cias. Efectos positivos y negativos que dejan, sin embargo, un modelo de hombre construido afanosamente. Este hombre, que careció de la brillantez de Hamilton; cuya formación literaria y el conjunto de sus conocimientos sistemáticos, no podían compararse con los de Adams, Franklin, Madison o Jefferson; y cuyas concepciones y deci– siones estratégicas tampoco lo señalan con el rasgo del genio militar. desempeñará, sin embargo, un papel esencial en la vertiginosa segunda mitad del siglo XVIII, justamente desde 1751, cuando recibe su pri– mera misión pública, como ayudante de uno de los distritos militares, por designación del Gobernador Dinwiddie. Su tierra y su sociedad "Nunca se han puesto más de acuerdo el cielo y la tierra para crearle al hombre un lugar habitable", decía de la tierra de Virginia el fun– dador John Smith, en 1607 3 • Nada Virginia con la autorización del primer Estuardo y los colonizadores se instalaban en una costa que invitaba a entrar en el interior a través de las amplias desemboca- ·Vid. Gertrude Norman, AMan Named Washington, New York, 1960; Christian H. Moc, From History to Drama, Ann Arbor, Michigan, 1959; F. Roz Washington, Paris, 1932. Dictionaire des BiograPhies. sous la direction de Pierre Grimal, II tome, Presses Universitaires de l 1 rance, París, 1958. "Idem nota (2). 106
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