Enfrentando los cambios globales: anuario de políticas exteriores latinoamericanas: 1991-1992

62 JORGE CHABAT NAFTA llevó a la relación bilateral a un nivel de cordialidad que pennitió exhibir claramente el contenido estadounidense en la política exterior mexi– cana, ello no ha acabado con lo que Negroponte llama el"enmascaramiento" del peso de Estados Unidos. Más bien ha llevado a un aumento ritual de la diversificación de las relaciones externas deMéxico, proporcional al aumento de la prioridad que representa Estados Unidos, a fin de manteneren un centro imaginario el fiel de la balanza de la política exterior. La función compensa– dora del peso de los Estados Unidos de esta estrategia diversificadora hace suponer que, si bien el gobiernomexicano ha decidido apostar por la apertura económica al exterior, todavía teme que en el aspecto político pueda presen– tarse una reacción nacionalista que estropee todo el proyecto de la Adminis– tración de Salinas de Gortari. En este sentido, es muy probable que el mantenimiento, no exento de malabares, del "proteccionismo político" que se ha reflejado en las actitudes defensivas frente a las críticas sobre la democracia y los derechos humanos en México, se deba al temor de que una crítica externa pueda propiciar la pérdida del poder frente a una oposición, en esta perspectiva, inexperta o sin el compromiso de llevar a cabo las reformas económicas iniciadas. Esta percepción parece estar también presente en el gobierno de Bush quien, como hemos visto, ha evitado presionar al régimen de Salinas en cualquier aspecto que pueda desestabilizarlo y que pueda, por lo tanto, echar abajo el proyecto de refonna económica en México cuya ancla es el NAFTA. El NAFTA fue en 1991 el eje en tomo al cual se articulan el proyecto económico y político del país. Su fracaso podría retrasar la refonna económi– ca y, consecuentemente, la política. No obstante, resulta difícil que la ausencia de un tratado fonnal disminuya sustancialmente el ritmo de integración de la economía mexicana con el exterior. Por su parte, la firma del NAFTA ayudaría a consolidar el proceso económico, aumentaría las sensibilidades de México como un todo frente al mundo externo y, probablemente, acelera– ría la modernización política. Todo ello haría que las contradicciones entre apertura económica y proteccionismo político, entre universalismo y parti– cularismo, se resolvieran paulatinamente en favor de los primeros. En esta perspectiva, sería factible esperar que antes que tennine el siglo, la política exterior mexicana acabe por adecuarse al" shock" de la interdependencia y sustituya el principio particular de "no intervención" por la defensa del principio universal de democracia. Ello sería, sin duda, un cambio histórico.

RkJQdWJsaXNoZXIy Mzc3MTg=