Enfrentando los cambios globales: anuario de políticas exteriores latinoamericanas: 1991-1992
]APON-AMERICA LATINA: RELACIONES EN LA ERA ... 323 vieron una cautela definida por la seguridad y la rentabilidad 5. Parte sustan– cial de estas inversiones correspondió a las mismas nueve sogo slwsha que dominan el comercio nipón-latinoamericano: la Mitsui, la Mitsubishi, la Suminoto, la Marubeni, la C. Itoh, la Nissho Iwai, la Kanematsu, la Nichimen y la Toyo Menken. De esta forma, en 1991 los llamados "cachorros de jaguares", como bautizó la revista Prospect del Swiss Bank Corporation, a Colombia, Chile, México y Venezuela, siguieron como países con "luz verde", aunque no prioritarios para las inversiones niponas. Para la pen:epción nipona, temas como reforma económica -ver cuadro II-, capacidad exportadora, acuerdos de integración y estabilidad democrática, son algunos de los elementos priorizados para favorecer esta luz verde. En el caso de Brasil, país conside– rado de los de primera línea y que había recibido el privilegiodel 75 porciento de los 9.500 millones de dólares de inversiones niponas acumuladas en la región, en 1991 vio una merma en este rubro, producto de la crisis económica y de las divergencias entre los respectivos gobiernos en relación a las formas de pago de los cen:a de 18 mil millones de dólares adeudados a acreedores japoneses 6 • En el caso de México, si bien las inversiones directas japonesas han mostrado un pequeño aumento en los años 1990 y 1991 Yexisten buenas perspectivas ante la cimentación del Acuerdo de Libre Comercio de América del Norte -NAFTA-, hay también cautela, ya que los inversionistas nipones no olvidan los imprevisibles cambios de política ocurridos en el pasado en este país y la posibilidad de que los pon:entajes de regla de origen del Acuerdo superen el 60 por ciento. Chile es otro país que ha mostrado un credmientode la inversión nipona; sin embargo, ya pesar de la buena imagen de que goza el mismo, ella sigue siendo muy marginal en comparación con la realizada en el pasado en Brasil, México o Venezuela. 5 No hay que olvidar, que, entre otros, al liderazgo japonés le sigue penando el trauma de la deuda latinoamericana, factor que sigue incidiendo en la credibili– dad y en los niveles de riesgo. Cuando se formula el Plan Brady en 1989, por ejemplo, los bancos japoneses tenían unos 45.000 millones de dólares en papeles de la deuda latinoamericana frente a los 42.000 millones de dólares de los bancos estadounidenses. Este Plan fue visto con reticencia por el sector privado japonés, por considerarlo como una imposición de Washington para ayudar a sus bancos más débiles, a la vez de fortalecer su política exterior en una región considerada por Tokio como lejana. Ver, América Econom(a, Nº 59, marzo de 1992, p. 17. 6 La declinación de la inversión nipona directa en Brasil es un proceso que ya lleva algún tiempo, como lo demuestran las cifras comparadas de 1988 y 1989: 225 millones de dólares v / s 55 millones de dólares respectivamente. En, "Panorama de la Industria y la Cooperación Económica de Japón 1991", Sociedad Latinoame– ricana, Tokio, p. 111.
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