Enfrentando los cambios globales: anuario de políticas exteriores latinoamericanas: 1991-1992

EUROPA Y AMERICA LATINA EN UN MUNDO ... 315 El 26 Y el 27 de abril de 1991 se celebró en Luxemburgo la primera conferencia ministerial institucionalizada entre los países de la CE y del Grupo de Río, foro que asumió en carácter permanente en virtud de la Declaración de Roma adoptada en diciembre de 1990. Por la parte comuni– taria sólo asistieron cinco ministros a las sesiones de trabajo -los de España, Portugal, Luxemburgo, Holanda e Italia. La reunión abordó una serie de temas políticos de interés general para las dos regiones, entre los que desta– caron la lucha contra el narcotráfico y el de las exportaciones de armas y la no proliferación de las armas de destrucción masiva, temas que con seguri– dad ocuparán un lugar central en la agenda europeo-Iatinoamericana de los próximos años. La conferencia también tuvo un contenido económico, toda vez que se evaluó el avance de la cooperación interregional, la aspiración latinoamericana para la extensión de las operaciones del BEI, el aporte euro– peo al fondo contemplado en la Iniciativa para las Américas (aporte que siguió suscitando reservas sobre todo por parte de la RFA), el avance de la Ronda Uruguay y los efectos del Mercado Unico Europeo. A diferencia de otros diálogos que sostiene la CE en el marco de la Cooperación Política Europea, este foro europeo-latinoamericano aborda temas fundamentales económicos y propios de las relaciones interregionales, debido a la ausencia de otros foros efectivos para tratar los problemas económicos entre las dos regiones. El interés español en convocar a un gran encuentro iberoamericano con motivo de la conmemoración del V Centenario del Descubrimiento de Amé– rica o del Encuentro de Dos Mundos, como prefieren denominarlo los lati– noamericanos, llevó a la celebración deuna primera Cumbre Iberoamericana, que tuvo lugar en Guadalajara, México, los días 18 y 19 de julio. La reunión fue convocada por el gobierno de México con el objeto de acentuar su componente latinoamericano y evitar suspicacias sobre un excesivo protago– nismo español, y contó con la participación de los jefes de Estado y de Gobierno de los 19 países de habla castellana y portuguesa de América, y de España y Portugal, acordándose nuevos encuentros para los años siguientes en España, Brasil y Colombia. La prensa latinoamericana la consideró más bien como un encuentro de carácter regional, que contó además con la valiosa presencia española y la relativamente simbólica participación de Portugal, un país que tiene un perfil muy discreto en la región, con la excepción de Brasil. En España la reunión fue vista como el germen de la todavía indefinida Comunidad Iberoamericana de Naciones y como demostración de la proyec– ción internacional española 25 • En el resto del mundo, la Cumbre recibió escasa atención, destacándose principalmente la presencia en ella de Fidel Castro 26 • En todo caso, quedó establecida una nueva instancia de diálogo político de alto nivel. Quedan por definir los contenidos prácticos de ese diálogo, toda 25 El Pa{s, 17 y 18 de julio de 1991; El Independiente, 20 de julio de 1991. 26 Le Monde, 18 de julio de 1991; Intemational Herald Tribune, 22 de julio de 1991.

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