Enfrentando los cambios globales: anuario de políticas exteriores latinoamericanas: 1991-1992
244 JORGE HEINE Lejos de centrar la agenda en el tradicional "cahier des doleances" de la diplomacia latinoamericana ante Europa, Chile puso sobre la mesa el interes en tener acceso en condiciones justas y no discriminatorias al mercado europeo, actualmente entrabado por numerosas disposiciones proteccionis– tas. Como señaló el ministro Foxley, se ha calculado que Chile pierde alrede– dor de 200 millones de dólares al año por las prácticas proteccionistas europeas. Chile subrayó su interes en llegar a acuerdos de arancel cero con uno o varios países europeos (o con la CE en su conjunto) con objeto de que los productos chilenos puedan entrar con las mismas facilidades a Europa que los productos europeos lo hacen en Chile actualmente, algo que natural– mente no prosperó. El Presidente Aylwin, que fue recibido con los más altos honores en todos los países que visitó, instó también a una mayor inversión europea en Chile -que, en general, no guarda relación con el alto volumen de comercio con Europa- así como a joint ventures y a una mayor asistencia técnica y científica europea a Chile. Esto último se espera materializar a través de la implemen– tación del Acuerdo Marco entre la CE y Chile que entró en vigencia en 1991, uno de los llamados "acuerdos de tercera generación", y que incluye áreas de cooperación en materia industrial, científica y tecnológica, medio ambien- te y comercio. . En las relaciones con la CE propiamente tal, las restricciones a las impor– taciones de carne ovina chilena a Europa fue uno de los elementos conten– ciosos, y la reunión de la Comisión Mixta Chile-CE en noviembre estudió la posibilidad de facilitar la creación de empresas conjuntas, de incorporar a Chile al banco de datos comerciales europeo de permitirle el acceso al Banco Europeo de Inversiones. La creación de la Fundación Empresarial Chile-CE, por otra parte, destinada a fomentar el intercambio de infonnación técnica, económica y financiera, así como a modernizar la pequeña y mediana em– presa en Chile y a facilitar los negocios entre empresas europeas y chilenas, fue parte de ese esfuerzo, ratificado por el comisario responsable para las relaciones con América Latina en la Comisión Europea, el español Abel Matutes, quien en su visita en noviembre de 1991 ratificó el interés que había expresado en visitas anteriores. En todo caso, no es evidente que Chile esté todo lo preparado que debería para el establecimiento del Mercado Unico Europeo en 1993. Quizás una de las deficiencias más notables sea, probablemente, la relacionada con la certi– ficación de calidad de sus exportaciones, lo que le permitiría cumplir, entre otras, con la norma ISO 9000 de la CE. En ésta, como en otras áreas, es obvio que una estrecha colaboración entre el sector público y el privado será indispensable para que Chile pueda seguir desarrollando su dinamismo exportador y obtener un mayor retorno por sus productos.
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