Enfrentando los cambios globales: anuario de políticas exteriores latinoamericanas: 1991-1992

230 RICARDO URRUTIA institución. La labor española en Panamá ha sido bien evaluada por las autoridades locales, trascendiendo que éstas solicitarán su ampliación. lb La asistencia española se enmarca en la cooperación de Mad rid con varios países de América Central y del Sur en proceso de modernizar sus organismos de seguridad. Las relaciones con América Latina En el transcurso de 1990, la gran mayoría de los países de América Latina había tenninado por aceptar en el terreno bilateral fonnal el cambio político operado porWashington en Panamá en diciembre de 1989. Las características de ese reconocimiento de bajo perfil y matizado de dobleces pareció, sin embargo, sobre todo como un esfuerzo destinado a favorecer el diálogo con los Estados Unidos, más que cualquier otra cosa. En el ámbito político multilateral, la actitud fue diferente. El Grupo de los Ocho transformó la suspensión que afectaba a Panamá desde 1988 en exclusión definitiva. El hecho demostró que el principio de la "no interven– ción" continúa vigente a la hora de las decisiones concertadas que pueden sentar precedentes en la historia latinoamericana. En 1991, el gobierno panameño realizó un decidido esfuerzo por"reno– var" la amistad de su país con las naciones latinoamericanas y nonnalizar la, situación diplomática donde aún se encontraba pendiente. En julio, la Reu– nión de Presidentes Centroamericanos en San Salvador y la Primera Cumbre Iberoamericana en la Ciudad de Guadalajara, constituyeron instancias privi– legiadas de reencuentro con gobiernos latinoamericanos. Previo a esos acon– tecimientos, el Presidente Endara enfatizó que, con excepción de Cuba y México, primaban las buenas relaciones de su país con América Latina. Respecto de Cuba, las relaciones se mantienen frias. Cuando Endara asumió la presidencia, tras la invasión a Panamá por Estados Unidos en diciembre de 1989, familiares y colaboradores del régimen derrocado se refugiaron en la representación diplomática cubana en Panamá, y los dos gobiernos se atacaron públicamente. Panamá expulsó a casi todos los diplo– máticos cubanos del país, y mantuvo en el más bajo nivel su representación en La Habana. A comienzos de 1991, el gobierno istmeño insinuó la posibi– lidades de progreso en las relaciones 13 • No obstante, tiempo después ese interés se diluyó. Afirmando una posición en el marco interamericano, Panamá condicionó el mejoramiento diplomático a cambios en Cuba según el ejemplo de los países de Europa Oriental. Incluso adelantó su It resistencia" al regreso de Cuba a la OEA de no mediar un proceso de democratización y liberalización interna en ese país. H 12 Cable EFE, 12 de agosto de 1991. )3 LA Nací6n, 14 de marzo de 1991, p.23. 14 Cable EFE, 9 de julio de 1991.

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