Enfrentando los cambios globales: anuario de políticas exteriores latinoamericanas: 1991-1992
ECUADOR: ¿PONIENDO FIN A LOS ESPECTROS ... 159 legitimador adicional que se superpondría y suplementaría pero no reempla– zaría la legitimación formal de tipo legal que proporciona el Tratado de Límites de 1942. De esta forma Perú aspira a reafirmar su punto de vista, al mismo tiempo que intenta acolchonar el buen efecto de imagen logrado por la cancillería de Quito. Los peruanos evidentemente no querían aparecer intransigentes ni querían dar la impresión de que desconfiaban de los posi– blesbuenos oficios papales. Porotra parte, la necesidad de mostrar ductilidad se acrecentaba frente al hecho de que Ecuador había hecho todo lo posible por asegurarel éxito de la visita de Fujimori, aún encondiciones diplomáticas tan difíciles como las que imperaban. Como resultado de lo anterior, se entró en una fase de afinamiento y de búsqueda de una aproximación de las dos propuestas. En Ecuador se dio una viva polémica en tomo a la contrapropuesta peruana. En todo caso, para algunos sectores políticos y diplomáticos lo principal se ha logrado: Perú ha aceptado, al menos en su espíritu, la tesis ecuatoriana: la resolución del problema de delimitación fronteriza puede realizarse por mecanismos no contemplados en el Protocolo de Río. Ecuador puede cosechar la buena imagen que emana del hecho de haber tenido la iniciativa de iniciar la nueva fase de la búsqueda de una solución al conflicto. Se ha sostenido que la aceptación parcial por parte de Perú equivale de hecho a una aceptación plena, puesto que se cree que la fuerza moral y la credibilidad de un experto respaldado por el Vaticano haría casi imposible que Perú se excusara de aplicar sus recomendaciones. Se cree que el costo político de tal eventualidad sería de tal magnitud que prácticamente el técnico pontifício sería de jacto un verdadero árbitro, lográndose en realidad los mismos efectos que se busca– ban en la propuesta ecuatoriana original. En suma, se tiende a aceptar que Perú no podía avenirse a la vía sugerida por Ecuador sin una cierta pérdida de imagen y que Ecuador no debería preocuparse demasiado con los térmi– nos mismos en que se presente la intervención de la Santa Sede. Sin embargo, lo único que Ecuador logra con todo esto es poder presentar de manera digna y honrosa lo que sería de hecho un retroceso fundamental con respecto a su tesis de la nulidad del Protocolo de Río. Debe señalarse que en esta postura el gobierno ecuatoriano ha contado con el apoyo de la jerarquía eclesiástica de su país, la cual a través de sus principales voceros ha manifestado su positivo interés en insertar a la Iglesia en el proceso de solución del diferendo limítrofe 23. Para concluir, la impresión que es posible formarse es que Ecuador está buscando formas creativas para salir del impasse en que su propia política de rebeldía frente al Tratado de 194210 ha puesto, y que para ello necesita obligar a Perú a cooperar e inducirlo a tenderle a Ecuador una serie de puentes de 23 Ver "Piden mediación Papal en conflictos con el Perú", La Epoca, 23 de octubre de 1991.
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