Enfrentando los cambios globales: anuario de políticas exteriores latinoamericanas: 1991-1992

144 DlEGO CARDONA e y JUAN TOKA 1l.Ji\¡\) Drogas y seguridad nacional. El narcotráfico continua siendo, como es sabido, un tema crucial en la agenda entre Bogotá y Washington. La posición colombiana al respecto ha insistido, como se ha indicado, en la "desnarcotización" de las relaciones. Dicho esfuerzo signfica: 1) no supeditar la agenda bilateral y multilateral común al tema de las drogas; 2) no ligar negativamente dicho tópico a otros de igualo superior importancia, es decir, que no exista un linkage negativo o desfavo– rable para el país como el resultado del tratamiento político-diplomático de dicho asunto; 3) enfatizar la necesidad de una vinculación mutuamente beneficiosa tanto en lo comercial como en lo financiero; 4) no condicionar los lazos intergubernamentales a que Colombia continúe asumiendo el peso exclusivo y excluyente de la denominada "guerra contra las drogas"; 5) distribuir costos y beneficios entre ambos países en el combate contra el tráfico ilegal de narcóticos. Paralelamente, la posición colombiana frente a Estados Unidos ha sido nítida. Ha demostrado históricamente su adscripción y apoyo al conjunto de valores que identifican a Occidente. Colombia com– parte culturalmente los pilares del pensamiento y de la conducta occidenta– les: búsqueda de la paz, respecto al pluralismo, defensa de la democracia, consolidación de la convivencia entre los pueblos. Pero no pretende asegurar su identificación mediante actitudes y posturas ideologizantes que, bajo el criterio de su supuesta salvaguarda, vulneren esos mismos valores que constituyen los valoresmás entrañables de la cultura occidental. A la hora de demostrar dicha pertenencia, Colombia lo hizo, por ejemplo, votando contra lrak en el Consejo de Seguridad de la ONU, pero siempre buscando una alternativa negociada, no cruenta, en la medida en que ello fuera posible. De allí la conformación de un grupoad hac, con otros tres países del Movimiento de Países No Alineados en el seno del Consejo de Seguridad (Cuba, Yemen y Malasia) para presentar una fórmula de arreglo pacífico de la controversia. De lo anterior se desprende otro argumento colombiano en referencia al asunto de las drogas. El país comparte con Estados Unidos y el sistema internacional un objetivo común: erradicar el problema de los narcóticos. Sin embargo, también reconoce que posee intereses nacionales propios, en juego en dicha empresa. Estos no necesariamente son similares o idénticos a los de otros países, sean del centro o de la periferia. El esfuerzo colombiano ha sido el de propiciar la probable convergencia de aquellos con los de las distintas contrapartes. Dos criterios básicos han guiado, entonces, la política antinar– cóticos de Bogotá. Primero, evitar conflictos estériles que erosionen el com– promiso mundial contra las drogas y, segundo, alentar la cooperación mul– tinacional activa en esta área temática, reivindicando la protección autónoma de sus intereses nacionales. Por lo tanto, la diplomacia del Palacio de San Carlos ha apoyado la búsqueda de opciones individuales eficaces que redun– den en beneficios conjuntos para la comunidad mundial en su enfrentamien– to contra las drogas; exigiendo, al mismo tiempo, cooperación y colaboración,

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