Antecedentes, balance y perspectivas del sistema interamericano

Hugo LI,al1oS Marlsilla I PANORAMA HISTÓRICO DE LAS RELACIONES ••• promoción económica y social conjunta, de carácter permanente y con personalidad jurídica internacional SELA propicia, además, la creación de empresas multinacionales de América Latina, canalizan– do recursos financieros y apoyando los procesos de integraci6n eco– nómica. Re~pecto a estos últimos, el análisis de las distintas experiencias integracionistas habidas en este continente, la reflexi6n sobre sus éxitos y sus fracasos, etc., excedería los limites de este trabajo que no tiene otro objetivo que el esbozar un breve panorama de las re– laciones hemisféricas, por lo q:ue s610 me cabe agregar que en ellas se encuentra una adecuada respuesta a los problemas del subdesa– rrollo del continente. Asimismo, he omitido referirme, deliberada– mente, al problema relacionado con el Canal de Panamá, en aten– ción que su análisis me llevada más allá de los prop6sitos fijados para la presente exposición. CONCLUSIONES Es evidente que el análisis de las relaciones entre los Estados Uni– dos y la América Latina nos ha llevado a señalar, a veces frecuente– mente, algunos roces y conflictos entre ambos. Tal -vez ello se deba, en gran parte, a la existencia de una organización, como la OEA, bao sada en intereses contrapuestos, y con desniveles de poder tan mar– cadamente pronunciados. !De aquí, la creación de la CECLA y del SELA. Difícilmente los intereses globales de los EE.UU. se concilian con el interés preferente que América Latina reclama de su vecino del Norte. Las actuales circunstancias en que asume el ¡Presidente Car– tel' no parecen prever un giro hacia un mayor estrechamiento dp. los vínculos entre los países del !hemisferio. En su programa ¡presi– dencial, la importancia que tiene América Latina en el diseño de la política exterior de los :Estados Unidos, aparece muy disminuida. El creciente nacionalismo que aparece en muchos países del he– misferio constituye también un factor que puede aumentar la distan– cia que separa la posición de ambos interlocutores, la que se puede agravar con el distinto e.nfoque dado al tratamiento de los derechos hum~nos y libertades fundamentales, por cada país del continente amencano. Sin embargo, pese a todo, hay una realidad innegable, la geogra· fía, el pasado histórico, valores comunes cristianos occidentales, fuer. zan tanto a los Estados IUnidos como a América Latina, para que, basándose' ambos en el respeto al principio sagrado de la no inter-

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