Antecedentes, balance y perspectivas del sistema interamericano
Alberto van Klaveren / Los ANTECEDENTES HISTÓRICOS DEL SISTEMA ••• Río de Janeiro; 1910: Buenos Aires; 1923: Santiago de Chile; 1928: La Habana), además de un número bastante elevado de reuniones especializadas, cuyos resultados fueron -por lo general- bastante positivos. En materia política, no cabe duda de que se trata de un período hastante estéril, ya que los Estados Unidos se opusieron siempre a la discusión de los serios problemas que tenían con otros Estados de la región. Sin embargo, desde otra perspectiva se podría afirmar que el movimiento panamericano tuvo durante esa fase re– sultados políticos favorables 'para los países latinoamericanos, ya que proporcionó una excelente oportunidad para que los Estados Uni– dos supieran a ciencia cierta qué es lo que se esperaba de ellos en la convulsionada región. Además, en cada una de las conferencias que tuvieron lugar se fue gestando un creciente consenso entre los países de América Latina en torno a una serie de cuestiones vitales. En relación a materias políticas más específicas, tales como los conflictos entre Perú y Cbile en torno a Tacna y (Arica, y entre Bo– livia y Paraguay con respecto al Chaco, el sistema interamericano registró fracasos muy serios durante esa época, ya que nO hay que olvidar que uno de sus objetivos principales había sido precisamen– te el arreglo de las controversias regionales. En cuanto a la prime– ra guerra mundial, el sistema debido en parte a la ausencia de un mecanismo de defensa colectiva, fue totalmente incapaz de enfren– tar esta contingencia que, en cierto modo, amenazaba la estabilidad de la región. En el campo económico, las diferentes conferencias y reuniones especializadas establecieron un conjunto de acuerdos y normas re– lativas a marcas, patentes y otros tópicos de carácter comercial, que tuvieron el efecto de hacer más fluido el intercambio de bienes en– tre todas las naciones americanas. Sin embargo, los problemas eco– nómicos de carácter más profundo no pudieron ser resueltos, cir– cunstancia que hizo que Argentina comenzara a plantear con sin– gular energía la necesidad de conciliar los intereses económicos en el seno de las diferentes reuniones interamericanas. Decíamos más arriba, que durante el primer período del panameri– canismo se forjaron dos concepciones bastante diferentes en torno al alcance que debía tener el movimiento regional. En efecto, mien– tras los Estados Unidos veían en el panamericanismo un mecanismo para resolver problemas más que nada técnicos, los países de Amé· rica Latina le daban una connotación más bien política. Así, en la reunión de México de 1901 los representantes latinoamericanos presentaron un proyecto de convenio que intentaba restringir el uso 49
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