Antecedentes, balance y perspectivas del sistema interamericano
Alejandrt> Magnet I LA REFORMA DE LA CARTA DE LA OEA es la participación de cada uno de los tEstados miembros al nivel de las decisiones políticas. Resucitar a la OEESI para otra ronda de ne– gociaciones sobre la redacción de un nuevo texto para la Carta ac– tual sería tan estéril como lo Iba sido hasta ahora. La modificación de textos no resuelve el problema focal de imbuir a nuestra organi– zación de dinamismo y pertinencia. "Mi gobierno ha tomado su resolución ,de intentarlo". Oyendo al embajador Mailliard los representantes latinoamerica– nos deben de haber tenido a veces el sentimiento de que, en buena parte, esos tres años de negociaciones habían sido un diálogo de sor– dos. Otras veces, seguramente, aceptaron in peto la verdad de algulIlas observaciones. En 1969, ¡Hace ocho años! Nelson Rockefeller, encargado !por el Presidente Nixon de hacer un informe sobre América Latina, termi– naba el que presentó, recomendando: -"Que el Presidente emita una declaración política importante sobre los objetivos de nuestras rela– ciones con el Hemisferio Occidental y pida una resolución conjunta del Congreso para confirmar esos objetivos, de manera que ellos ae conviertan en nuestra política nacional reconocida". El Presidente Nixon no hizo, o prefirió no hacer caso de esa sen– sata recomendación. El interés inmediato de su gobierno estaba en otras partes: Vietnam, China, Europa, para no hablar de complica– ciones ulteriores como las de Watergate. Así, la política de "low pro– file" con América Latina fue, en parte, un velo sobre dilaciones e indecisiones que significaban el agravamiento del statu-quo y, sobre todo, el mantenimiento de un equívoco en las relaciones interameri– cana.~. Paradójicamente, uno de los efectos inmediatos de esa politi– ca, que abrió más campo a la iniciativa de la América !Latina, ha sido la mayor toma de conciencia de sus intereses comunes y comu– nes con los del resto del Tercer Mundo a que han llegado los países latinoamericanos. Ese hecho iha contribuido a la exteriorización de una crisis que desborda el marco de una mera reforma de la OEA, porque es la crisis misma de la organización regional. Desde su mis– mo nacimiento, el panamericanismo tuvo como !presupuesto la exis– tencia y la conveniencia de desarrollar una "relación especial", o sea, preferencial, entre Estados Unidos y América Latina. Esa "relación especial", a su vez, suponía el mantenimiento del aislacionismo nor– teamericano, que sobrevivió a la ascensión de Estados Unidos al ran– go de potencia mundial en '19118. Después de la II Guerra Mundial, el gobierno y el pueblo no:rteamericano debieron asumir responsa- 10 5
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