Desarrollo de la Antártica

EL DESARROLLO DE LA ANTÁRTICA territO'riO' tan vasto, la fricción del espaciO' que plantea el aislamien– to físico y en el tiempO' del medio polar, especialmente durante la invernación antártica. En el nuevo modelO' de desarrollO' antártico que creemO's vislum– brar, correspO'nderá un rol dinámicO' muy impO'rtante al actual pro– ceso de reglOnalización del país, que ya determinó, visiO'nariamente, a mí juiciO', la creación de la ProvIncia Antártica, como unO' de lO's subespacios fundamentales de esta Décima Segunda R~íón de Maga– Hanes y la Antártica Chilena. Dicha medida tiene una alta trascen– dencia geopolitica, y de administración efectiva del espaciO' antárti– co, puestO' que hace radicar su capital en Puerto \Villiams, afirman– do casi pO'sitivamente nuestra presencia antártica y pO'sibilitando probablemente el avance hacia una posición verdaderamente pO'lar. Estimamos también que el futurO' desarrO'llo antlártÍ¡cO' debiera aprovechar al máximO' las ventajas geO'gráficas cO'mparativas deriva– das de la cercanía o vecindad de la PrO'vincia Antártica cO'n relación a Chile Metropolitano y, en particular, cO'n relación a Punta Are– nas, hechO' que deja al país en inmejorable ubicación para aprove– char y transfO'rmar las recursos que se prospecten (krill y calamares, por ejemplo) en áreas pilotos que deberán ser escrupulosamente de– terminadas por científicos y planificadores. De igual mO'dO', intuimO's que la situación geO'gráfica privilegiada en la península antártica, podría cO'nvertirla en el trampolín natural de las comunicaciones aéreas transpO'lares del hemisferio sur, reite– randO' una experiencia que se realiza desde hace tiempO' en el me– diO' pO'lar árticO'. Sobre el particular, nuestro país cuenta ya a su haber con la espectacular experiencia piO'nera en esta materia, del vuelo Santiago-Sydney-Antártica Chilena, efectuado en 1974. En cuanto a las responsabilidades con el ambiente antártico, pen– samO's que las acciones futuras de prospección y aprovechamiento, dt' recursos deben inspirarse en un concepto de ecodesarrO'llO' que preser– ve la exclusiva y flexible cO'ndición de espaciO' que detenta el sexto continente a partir del Tratado Antártico. SO'bre este aspectO', creemos .que el uso' recreativo del espacio ano tártico planteadO' en términO's raciO'nales (turismO' regulado o selec– tivo, por ejemplo), no es incompatible con el principio recién enfa– tizadO'. Esto vale, en especial, pO'rque nuestro país es un pionero también del turismo antártico al organizar por allá p'or el año 1959 un viaje en la motonave "Navarino". CO'n ciertO' O'ptimismO' esperamos, finalmente, que el desarrollo ano tártico prO'spectivo encO'ntrará lO's mecanismO's viables e imaginativos 66

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