Desarrollo de la Antártica
EL DESARROLLO DE LA ANTÁRTICA antártico, considerando especialmente el establecimiento de corre. laciones significativas con las unidades sedimentarias magallánicas que interesan a la valorización de los hidrocarbmos, del gas y de otros recursos mineros. La elección, en este sentido, del área piloto del Estrecho de Ger– lache y costa de Danco, particularmente trabajada por los geólogos de la Universidad de Chile y del Instituto de Investigaciones Geo– lógicas, nos parece de sumo interés práctico para un esquema de futuro desarrollo mineralógico antártico. LA GlBOMOiRJFOLOGÍA ANTÁRTICA La geomorfología antártica corresponde más exactamente a una ge– neralizada glaciología. En efecto, con excepción de los sectores lito– rales, de las plataformas continentales, de los "oasis" o terrenos subantárticos despejados de hielo, y de los grandes ejes orográficos que plantean las mayores elevaciones y que actúan como divisoria estructural y divisoria de glaciares .(v. gr. Antartandes o montañas Transantárticas), no se puede hablar con propiedad de formas del terreno o de una evolución del relieve que no sea absolutamente dependiente de la acción glacial o en su defecto se encuentra ma– tizada en parte por la dinámica marina en el caso de las formas litorales como se ha señalado anteriormente. lEn estas condiciones, la geología deja sentir su influencia en las costas, en la meseta oriental y, sobre todo, a 10 largo de las importantes montañas tran– santárticas, principalmente por intermedio de la estructura profunda y de la disposición tectónica que acoge el manto glacial en lugar de la acción deferencial de tipo subaéreo que distingue, generalmen– te, a las zonas y evolución del relieve en las zonas extrapolares. Esta influencia orográfica de la base rocosa fundamental se advierte de un modo preferente en la altitud que tienen las citadas montañas transantárticas en el sector chileno (montes :Andrew J ackson, Co– man, de 3.660 m; .sweeney, Haag, Centinela U1mer, de 3.810 m, etc.) . Para el estudio de la morfología glacial, la Antártica dhilena y, especialmente, la Península Antártica, constituye un laboratorio ex– traordinario por su condición de eslabón entre las glaciaciones an– dinas sudamericanas y los casquetes de hielo continental antárticos. Las experiencias nacionales, en este gran 1a i boratorio natural, son necesariamente muy puntuales, y de hecho las i'nvestigaciones, más glacio1ógicas que morfológicas, han sido responsabilidad de equipos
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