Desarrollo de la Antártica

EL DESARROLLO DE LA ANTÁRTICA raciones en territorio antártico para su flota cazadora. A11í en la hía Foster, isla Decepción, después rebautizada con propiedad Ca– leta Balleneros, surgió a partir de 1907 el primer establecimiemo semipermanente de todo el continente austral, la base de la So– ciedad Ballenera de Magallanes, cuya dirección operacional estaba encomendada a un marino competente que hubo de ser todo un pionero de la caza pelágica antártica, el comodoro Adolfo Andresen. La compañía ballenera mencionada operó regularmente en cam– pañas de caza durante los meses del verano austral desde 1906 hasta 1914, y era la más importante y mejor equipada de cuantas ope– raban al finalizar la primera década del siglo, según lo haría cons– tar el célebre explorador Jean B. Charcot, a quien, por lo demás, la compañía dhilena prestó muy estimables servicios y apoyo para sus trabajos científicos. La Ballenera de iMagallanes no fue, sin embar– go, la única empresa nacional que operó en aguas antárticas. Des– de 1911 y hasta l'!H3 lo ihizo también la Sociedad Ballenera de Co– rral y probablemente la compañía noruega A/S. Pacific, nacionali– zada chilena, y con base en San ¡Pedro, Ghiloé. De tal modo, balle– neros chilenos y noruegos compartieron en pacífica competencia y con provecho la captura pelágica en aguas antárticas hasta los ini– cios de la primera guerra -mundial, contribuyendo aquellos a vigo– rizar con su presencia y faena cazadora el derecho nacional al terri– torio polar que enfrenta a América. Lo someramente ex.puesto, no agota el historial antártico de los tres lustros más fecundos en actividad nacional. Debemos aún men– cionar los aportes científicos y humanitarios para tener un cuadro cabal y completo. Así, respecto de lo primero, señalamos que el geógrafo Luis Riso Patrón, antes mencionado, al publicar y describir en 1907· el primer mapa sobre la Antártica Sudamericana, hacía un aporte estimable para su conocimiento y progreso cartográfico. Más tarde, en 1910, Fernando IMontessus de Ballore, Director del Observatorio Sismo lógico, y el geógrafo Julio Montebruno, propugnaron en sendos con– gresos científioos íPanamericanos de ¡Santiago y 'Suenos Aires, y IX Internacional de 'Geografía de Ginebra, la realización por parte de Chile de estudios y observaciones científicas antárticas. Por último, en el plano humanitario los chilenos inscribieron con mérito sus acciones en el historial antártico con labores de salva– mento reafirmativas de presencia nacional en el sector. La prime– ra de ellas -memorable en los anales polares- tuvo lugar en agosto de 1916 con el rescate desde la isla Elefante del grupo expediciona~

RkJQdWJsaXNoZXIy Mzc3MTg=