Desarrollo de la Antártica
Mateo Martinié B. / INTERÉS, PREOCUPACIÓN Y l'RESENCIA ANTÁRTICA ••• nio Huneeus, SU sucesor en el Ministerio. El inesperado como fatal contratiempo no afectaba ni disminuía en modo alguno el interés antártico nacional, que sí, ,por el contrario, había quedado reafirma– do por tan importante muestra de voluntad soberana. /El Ministro Huneeus, en oficio ¡pasado al Ministro de Marina: con feaha 2 de ju– lio de 1906, habí:a puntualizado con precisión los objetivos de a ex– pedición nacional antártica: "El Gobierno está animadJo. del proPé– sito de hacer efectiva, por todos los medios prácticos a su alcamoe, la Soberanía que inviste sobre las vashas Islas Australes i sobre el Con– tinente Austml que hasta hoi permanecen aparentemente abando– nados, consolidarndiOl así por medio de la ocupación sus titJwlos al do– mmio de la zOna antártica"!. Al formular tales conceptos -que correspondían al pensamiento del Gobierno todo- Chile se adelantaba como la primera nación del globo que planteaba con claridad sus derechos ¡polares y la vo– luntad de ejercerlos de manera efectiva. Una consecuencia lógica de tal inspiración y decisión fue la gestión diplomática iniciada en 1907 y mantenida dura'fite 1908, por el Dr. Puga: Borne, vuelto a la Cancillería, con el Ministro de Argentina en Chile, Lorenzo Ana– dón. Dicha gestión estuvo destinada a la concertación de un Trata– do Complementaria de Límites entre las dos repúblicas, a fin de determinar la jurisdicción en el Continente Antártico. Sensiblemente y cuando luego de laboriosas negociaciones el asunto estuvo a punto de concretarse en satisfactorio acuerdo, la renuncia del Canciller ar– gentino, Estanislao Zeballos vino a poner imprevisto términO' a las gestiones. Si bien tan plausible gestión no llegó a fructificar en un acuerdo, ella quedó como un excepcional precedente de mutuo re– conocimiento chileno-argentino de soberanía antártica. Si de tal modo se había obrado y obraba en el terreno de los ne– gocios públicos y diplomáticos, ill!uroo se habíaav,anzado en tanto en el campo de las realizaciones económicas en materia a¡ntárdca. En efecto, la Sociedad Andresen, De Bruyne y Cía., que había :niciado la caza pelágica pionera en los mares antárticos, había dado origen por transformación, a una empresa de mayor magnitud, medios y capi– tal: la Sociedad Ballenera de Magallanes, autor~ada legalmente por Decreto Supremo NQ 2.905, de 17 de julio de 1906. Esta compañía peticionó y obtuvo del Gobernador de Magallanes, en diciembre de aquel mismo año, la autorización para ¡'nstalar una base de ope- 10sear Pinoehet de la Barra, La An.tártica Chilena, 21' edición. Santiago de Chile, 1976, p. 89. 45
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