Desarrollo de la Antártica

Osear Pinochet de la Barra / BASES l'AAA EL DESARROLLO ECONÓMICO ••• petroleras para obtener autorización a fin de explorar comercial· mente la Antártica. Se dijo que el plazo máximo para una mora· toria era de dos años, despUés del cual, difícilmente los gobiernos iban a poder atajar a las compañías ... Las delegaciones de Chile, Argentina, Francia y la Unión Soviética manifestaron que el asun· to era grave y comprendía problemas relativos al Tratado Antárti– co y a la posibilidad de contaminación, por lo que debía fijarse una moratoria más amplia. Finalmente, como no hubo acuerdo, las de– legaciones de ahile y de la Unión Soviética vetaron toda resolu– ción al respecto, aceptando, sin embargo, que se inscribiera el tema para la Reunión Consultiva de Oslo con el título ya señalado. Los tres años que mediaron entre Wellington y Oslo sirvieron como un período de reflexión. En junio de 1975 tampoco hubo acuerdo para una resolución definitiva ni para fijar plazos estrictos de moratoria. ¡Predominó la cautela y, diría yo, un más amplio sen– tido de responsabilidad. Así fue como en Oslo se dejó constancia de la necesidad de "abstenerse", por el momento, de la exploración y explotación de minerales y, aun, de "oponerse" a las actividades que cualquiera pretenda desarrollar en la materia. Un lenguaje mucho más decidido que el casi temeroso empleado por algunos en Wellington. Luego vino la reunión especial de París, de junio-julio de 1976 donde, por Iprimera vez dentro del llamado Club Antártico, se trató extensamente el tema y se presentaron trabajos importantes, tanto en los aspectos políticos y jurídicos, como en los científicos, ecoló– gicos, técnicos y económicos del asunto que ahora está inscrito por tercera vez en el temario de la Novena Reunión Consultiva de Londres. (Hil. LA EXPERIENCIA PETROLERA EN EL ARTICO El período que llamaría de "refleX1.Jll acCtiva", respecto a una futura industria petrolera antártica, ha coincidido COll importantes labores en el Artko, de los países que rodean ese mar helado, destacándose las de Estados Unidos y Canadá en el Mar de Beaufort. El primero en Alaska, en la bahía Prudhoe, y Canadá ell la desembocadura del río (Mackenzie, cerca de las poblaciones de Inuvifk y Tuktoyaktuk. Estudiar lo que ha sido la industria petrolera ártica en estos úl– timos ocho años es entrar en el reino de lo extraordinario, tanto por las nuevas técnicas empleadas como por el gasto heCiho y lo~ esfuerzos ¡para evitar el peligro de contaminación. Desde que la compañía HAtlanlic Richfield" descubrió petróleo 359

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