Desarrollo de la Antártica

Osear Gonzálcz F. ! EL CONTINENTE ANTÁRTICO SUS RECURSOS ••• tártica son similares a las que existen en la región andina sudame– ricana. Así, la ¡Península Antártica e islas adyacentes son claramente su continuación, y junto con las Tierras de Ellsworth y Marie Byrd, cierran el cinturón orogénico circumpacifico. :Pbr otra parte, consi– derando que predominan las rocas volcánicas, sedimentarias e intru– sivas de edades que van desde el Jurásico hasta el Terciario y ob– strvando que en la región andina de Chile sudamericano, la mayoría de los yacimientos metalíferos ocurre en asociaciones con intrusio– nes del Cretáceo superior y/o Terciario inferior, de características magmáticas calcoa1calinas, de cuyas variedades granodioríticas y cuar– zo-monzoníticas están asociados los grandes depósitos de cobre por– fírico; hierro y yacimientos de tipo polimetálicos. Estas condiciones minera-geológicas, parecen ser muy similares en la Península Antár– tica, y, como un ejemplo, tenemos los recientes descubTimientos en las Montañas de la Costa de Lassister (Rowley et al.) 1974). EL FON'DO OCEÁNICO CIRCUMANTÁRTICO El fondo oceánico que rodea el Continente Antártiw, nace más al fiorte de los 50° de latitud sur, donde los focos sísmicos definen da– rdmente el sistema de dorsales mesoceánicas que limitan la placa antártica. Los principales rasgos morfológicos del fondo oceánico que circun– dan el Continente Antártico, han siGO resumidos en el mapa batimé– trico de Heezen y Tharp (1972), aunque este mapa es muy gene– ralizado, reúne toda la inf.ormació!l disponible, producto de nume– rosos cruceros oceanográficos internacionales y, particularmente, los realizados por USNS ELTANIN, entre los años 1962 y 197;2, Y que ha sido publicada en casi su totalidad, además de la información geo– física marina producida por los investigadores soviéticos, y que fue publicada en 1966 en el Atlas de la Antártica de la USSR. Los estudios señalan la existencia de un shelf continental que al· canzaría una superficie del orden de 4 millones de kilómetros cua– drados, y que se extiende costa afuera hasta profundidades de 500 y 900 metros, donde se 'han acumulado importantes espesores de sedi– mentos desde el Cretácico hasta el Reciente, las cuales constituyen regiones potencialmente favorables a la generación de hidrocarbu– ros. Mientras que más allá del talud continental, que cae abrupta– mente a profundidades superiores a los 3.000 metros, y donde se comienzan a desarrollar las planicies abisales que sobrepasan los 4.500 metros de profundidad, las que a su vez se encuentran limita– das ,por las dorsales mesoceánicas caractedzadas por la actividad ís- 235

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