Desarrollo de la Antártica
EL DESARROLLO DE LA ANTÁRTICA mitió cazar un mayor número de cetáceos y una mejor utilización de los animales. Este adelanto también se utilizaría, posteriormente, en aguas antárticas. En 1905 el capitán noruega Adolfo IAndersen se instala en Isla !Decepción, Shetland del Sur, y en 1912 lo hace la compañía no– ruega Héctor Whaling Co., siendo la primera planta ballenera te– rrestre que operó continuamente hasta 1931. La moderna caza pelágica de bállenas en la Antártica se inició en 1925, cuando el capitán noruego H. G. Nelson instaló la primera rampa de izamiento en la popa de su buque-factoría. Este adelan– to tecnológico permitió aprovechar íntegramente las grandes b:t– llenas, y no sólo el aceite y barbas, como ocurría hasta entonces, faenando los animales al costado de los buques (Aguayo y Matura– na, 1972), permitiendo también operar en alta mar sin depender de una planta terrestre. Con todos estos adelantos, la caza de cetáceos, además de ser efectiva, permitía capturar ,un mayor número de animales. En el verano de 1925 a 1926, por ejemplo, de 26.962 ballenas de todas las especies que se cazaron en el mundo, 13.997 correspondieron a la región antártica, es decir, más de la mitad (Cabrera y Yepes, 1940). Según los antecedentes analizados por Potter (1969), alrededor de 1931 en la Antártica ya se hallaban operando 41 buques facto– ría con rampa de izamienta, los que contaban con 23'2 buques ca– zadores, de tal manera que la caza de ballenas se acentuó más aun. De 10.488 ballenas capturadas en la temporada 1924-1925, aumen– taron a 40.201 cetáceos en la temporada 1930-31. Fue en esta dé– cada donde se llegó a obtener un promedio de 33.000 ballenas por año, de las cuales 15.000 eran ballenas azules. La gran cantidad de cetáceos clpturados en aguas antárticas y el enorme volumen de productos y subproductos que proporcionaban, les significaba grandes beneficios económicos a las industrias. Este hecho, entre otros motivos, pesó en la decisión de otras naciones balleneras para operar en aguas antárticas. Así, en 1934 la flota ballenera japonesa opera por primera vez en estas aguas, y en el año 1936 lo hacen los alemanes. La concentración de esfuerzos de todo tipo que significó para las naciones comprometidas en el desarrollo de la 11 Guerra Mundial, dio lugar a una "moratoria" en la captura de cetáceos, especialmente en aguas antárticas. En 1946, apenas terminada esta conflagración, operan por primera vez en la Antártica las flotas balleneras de la .Unión Soviética y de Holanda. (Aguayo y Maturana, op. cit.).
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