Desarrollo de la Antártica

Juan C. Castilla I LA INVESTIGACIÓN CIENTÍFICA EN LA ANTÁRTICA claramente dentro de una actividad particular del hombre, una actividad intelectual muy propia de nuestro siglo, que posee mat"– cos y metodologías muy propias y estrictas. En efecto, la Investiga– ción es el arma preponderante de que se vale la Ciencia para for– mular nuestro conocimiento acerca de los fenómenos naturales, para establecer principios, hitp6tesis, teorías y leyes que conjuga:rán ese conocimiento y proveerán armas duraderas para el pensamientO' (Wigglesworth, 1971). Como ya se ha discutido anteriormente (Castilla, 1976), las divi– siones artificiales entre Ciencias :B'ásicas y Aplicadas dejan de tener realidad cuando al tratar de establecer las fronteras se ven tan ínti. mamente relacionadas, que hacen imposible tales separaciones. Lo mismo es válido para las investigaciones, aunque por orden y con· veniencia, suelen reconocerse Investigaciones Básicas y Aplicadas. La investigación es una y, como tal, debe ceñirse a una metodología. estricta. Quizás si los únicos límites que sea posible establecer deb– tro de la Ciencia y la Investigación estén dados por los calificativos de "Util" o "Inútil", y los elementos objetivos que trazan las fron– teras sean el incremento o no incremento del conocimiento. La IInvestigación Científica Antártica no puede, pues, escapar a dicho marco referencial. Debe ser sustancialmente "Util", o sea, con– tribuir al incremento del conocimiento sobre la Antártica. Como tal, contribuiría al establecimiento de principios, hipótesis, teorías y leyes que, eventualmente, proveerán a la !humanidad con los elementos de juicio necesarios para adoptar las decisiones necesarias. El énfa~is que se haga sobre talo cual investigación antártica, sobre un tema spe– cífico, un derivado" lateral, etc., será materia de las Políticas Cien– tíficas y de Investigación Antártica de los paises, centros, institutos u organismos encargados de ejecutarlos. Sin estas políticas no e5 posible lograr un conjunto equilibrado, racional, económico y vale– dero para atacar los problemas que plantea el Sexto COntinente. \Como quedará demostrado más adelante, la historia de las accio– nes humanas en este Continente, muestran con casos dramáticos que tales IPolíticas no han existido en un pasado no muy lejano, y cree– mos no equivocarnos al expresar que las actuales pueden y deben a,hondarse mucho más a fin de transformarlas, aclararlas y ihacerlas más valederas. 133

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