Ensayos sobre el Pacifíco: estudios publicados en la Revista Estudios Internacionales
ENSAYOS SOBRE El PAciFICO base de sus actuaciones pasadas, no habría razón ninguna para dudar que bienvendría la oportunidad de defender la causa de los micro– nesios. Esto tiene una importancia doble. Primero, es altamente improbable que la Unión Soviética vaya a pasar por alto al Comité. No lo ha hecho en el pasado. Y el problema aquí es el de la autodeterminación, respecto al cual las Naciones Unidas han tomado una posición inequívoca. De acuerdo con la Resolución 1514 (XV) adoptada el 15 de diciembre de 1960, todos los pueblos tienen no sólo el derecho de autodeterminación sino que también el de independencia. La Unión Soviética, por lo tanto, indudablemente puede ser convencida para que vete cualquier arreglo para Micronesia que niegue uno o los dos "derechos" y que los micronesios no acepten. Segundo, el Comité de los Veinticuatro estaría en posición de poner considerablemente en aprietos a los Estados Unidos. Desde ya puede contarse con que aprovechará la oportunidad con ala– cridad. Los Estados Unidos podrían estar preparados a aceptar el vapuleo si el caso pudiera resolverse y si se permitiera que el asunto se olvidara. Pero la Unión Soviética, al ejercer su veto, puede cerrar esa puerta. Los micronesios tienen algo que perder yendo a Nueva York, pero no mucho. Una vez que el paso se dé y su caso alcance noto– riedad internacional, las relaciones micronesio-americanas se comen– zarán a dar sobre bases nuevas y probablemente bastante menos cordiales. Pero los Estados Unidos han demostrado una capacidad para perdonar y olvidar, y para ayudar a aquellos que han hecno. mucho más que llevar a cabo un asalto poHtico. En suma, sería una torpeza por parte de los micronesios que no decidieran airear sus quejas en las Naciones Unidas, en el caso de que Washington no ceda. La posición norteamericana, además, no sólo expone un flanco a las Naciones Unidas sino que también a la política doméstica. Una buena campaña de relaciones públicas que enfatizara que los Es– tados Unidos están intentando negar el derecho de autodetermi– nación a un territorio pequeño e indefenso sería tremendamente embarazosa para una administración que ya tiene más problemas de los que puede resolver. Esta consideración un tanto gris de algunos de los costos -y hay otros- de llegar a un punto muerto nos trae nuevamente a la búsqueda de una fórmula que cumpla con los requerimientos mí– nimos de ambas partes. De acuerdo con tal criterio, uno podría descartar la mayoría de las alternativas que se han discutido en años recientes, entre las que se incluyen: transformación de Micro– nesia en un estado de los Estados Unidos, lo que nadie desea; fusión 190
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