Ensayos sobre el Pacifíco: estudios publicados en la Revista Estudios Internacionales

ENSAYOS SOBRE EL PAciFICO ¿quién tiene el derecho a decidir qué terrenos se harán disponibles para uso militar y a qué precio? Para los micronesios, este punto es critico y tiene una gran carga emocional. A fines de la década de 1940, Bikini se hizo una palabra muy conocida en muchos idiomas. Evocaba imágene¡; de gran destrucción. Para muchos micronesios, Bikini significa eso y mucho más: repre– senta lo peor de la administración norteamericana del Territorio en Fideicomiso -apropiación de tierras injusta y pobremente com– pensada, reubicación inepta e insensible de poblaciones. Aquellos micronesios que están interesados en la cuestion del status están decididos, como puede comprenderse, a que no haya más Bikinis en el futuro. Ellos quieren que el poder de dominio eminente quede en manos micronesias. La Comisión señaló simplemente que el futuro gobierno de Mi– cronesia debería fundarse sobre la base del reconocimiento de que "]a propiedad básica de estas tierras queda entregada a los microne– sios, como también la responsabilidad de gobernarlas."o Otra vez, autodeterminación. Washington, como bien puede creerse, no acogió este y otros aspec– tos del informe con mucho entusiasmo. El dilema estadounidense en Micronesia estaba ahora a plena vista y la presión obligaba á hacer algo al respecto. En respuesta a esto, Washington desarrolló una posición. Una delegación, constituida por las varias partes del Ejecutivo interesadas en el asunto, fue a Saipán, capital del Territorio en Fideicomiso, en mayo de 1970 para presentar la posición norte– americana. En suma, Washington ofrecía a Micronesia una forma de status de "commonwealth". El arreglo sería semejante a aquel existente con Puerto Rico pero, desde el punto de vista micronesio, menos generoso. Incluiría la ciudadanía estadounidense para los micronesios y el autogobierno interno, pero no concedería el derecho de autodeterminación. Micronesia no podría modificar su status unilateralmente u optar por la independencia en el futuro. Además, el poder de dominio eminente quedaría en manos de Washington. Los micronesios escucharon, presentaron sus propias opiniones acerca de los principios básicos que deberían incluirse en cualquier acuerdo -autodeterminación siendo el principal- y prometieron transmitir la proposición norteamericana al Congreso de Micronesia en su sesión de julio de 1970. El Congreso se reunió, estudió la pro– posición y la rechazó. La cuestión ahora es: ¿se ha llegado ya a un punto muerto o es esto nada más que el primer intercambio en un proceso que llevará a negociaciones serias? La respuesta puede que se °Ibid., p. 18. 188

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