Ensayos sobre el Pacifíco: estudios publicados en la Revista Estudios Internacionales

Jobn Gittings I ,TIENE CHINA UNA POLíTICA EXTERIOR' (1967) las primeras diferencias de opinión respecto a la estrategia adecuada frente al Occidente. Este cambio se agudizó en 1958-1959, años de la crisis de las islas costaneras, de la revuelta del Tibet y del primer conflicto chino-hindú sobre límites. Fue también en 1958-59 cuando China rechazó proposiciones soviéticas en el sentido de planificación militar conjunta y finalmente deci– dió seguir por sí misma en la busca de un disuasivo nuclear. A través de los años, los rasgos más importantes de esta línea dura de la política exterior son claramente visibles. Primero y antes que nada, está la disputa chino-soviética, durante la cual China, muchas veces antes ·que Rusia, es quien fuerza el paso y se niega a aceptar cualquier compromiso. En segundo lugar, aunque China ha continuado su línea de conquista de simpatías dentro del Tercer Mundo, sus esfuerzos han sido poco exitosos "y ha comenzado a perder interés en esto. Tercero, el apoyo verbal y aun a veces material hacia los movimientos de liberación nacional ha suplantado el anterior énfasis a la coexistencia pacífica y a la no intervención en asuntos internos de países con sistemas políticos y sociales diferentes. Cuarto, la perspectiva de llegar a algún tipo de acomodo con los Estados Unidos, aunque fuese de un carácter limitado, ya no se consideraba como una proposición realista para el momento actual, a la vez, ha influido sobre la actitud de China hacia las Naciones Unidas, a las que manifiesta creciente escepticismo. Esta orientación hacia una política más rígida no es en modo alguno arbitraria o irracional. Refleja tanto las presiones externas y el cambio que en general ha habido en el molde mundial de asuntos inter– nacionales, como es a su vez una consecuencia natural de la búsqueda china dirigida hacia la obtención de un papel con rango de gran poder. La disputa chino-soviética no debió sorprender a nadie, salvo a aquellos que aún se suscriben al mito de una conspiración comunista mundial y monolítica, Siempre existió una ambiguedad latente en las relaciones de China con la Unión Soviética. Era esa relación entre una potencia mundial establecida y una potencia mundial incipiente, y como tal estaba destinada a ser frágil y desequilibrada. Siempre hubo un fondo de tensión entre ambas naciones desde 1949. A mediados de la década del 50 los motivos originales, económicos y estratégicos, para mantener esta alianza comen– zaron a desaparecer. El molde económico soviético había empíricamente resultado inadecuado para resolver el problema específico chino de un rápido y continuo crecimiento del poder de fuerza humana. A medida que el acuerdo Occidente-Oriente se desarrollaba, China comenzó a dudar, con razón, sobre el valor de contar con la Unión Soviética como aliado militar. El liderato chino podía plausiblemente, que una eventual maduración hasta ocupar su lugar como gran potencia se vería impedida si continuaba atada infantilmente a la Unión Soviética. 149

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