Ensayos sobre el Pacifíco: estudios publicados en la Revista Estudios Internacionales
W. Macmah." Ba/ll AUSTRALIA EN EL PAcifiCO (1972) tres en el continente asiático en un futuro previsible. Y parece en cambio probable que los Estados Unidos reduzcan su amplio rango de compromisos de ultramar. Esto se debe al desencanto, si una palabra tan suave es la adecuada, con respecto a Indochina, pero también a la amarga desilusión frente a los resultados logrados hasta ahora a través de la transferencia masiva de ayuda técnica y económica a un gran número de países. Esta ayuda no ha conse– guido ni la gratitud de esos países ni su apoyo sostenido a las polí– ticas norteamericanas. Y en buena medida tampoco ha conseguido promover el crecimiento económico en los países receptores. Más aún, muchos norteamericanos han empezado a sentir que deberían asignar una mayor proporción de sus recursos a las urgentes nece– sidades domésticas. Parece que a partir de 1972, Australia deberá adaptarse a un cambio aún más fundamental en sus circunstancias externas que el de 1942. Nos sacudió entonces el descubrir que debíamos vol– vernos de Gran Bretaña hacia los Estados Unidos en busca de pro– tección. Pero, tan traumático como eso haya podido ser, era sólo un viraje en nuestra dependencia, no el fin de ella. Hoy no parece haber ningún amigo grande y poderoso en cuya fuerza podamos basar nuestra seguridad física. Por primera vez, Australia deberá bastarse sola. Esto no significa que Australia no tenga relaciones con el mun– do. Nuestro comercio con Japón se ha elevado, de modo que Japón es actualmente nuestro principal mercado exportador, con la casi certeza de crecer más aún. Para Japón, Australia es un mercado pe– queño, y una fuente muy importante de materias primas, en especial minerales. El gran incremento de la economía japonesa, y de su comercio, han aumentado considerablemente su influencia y pres– tigio políticos. El Japón desempeña, casi seguramente, un gran papel en la modelación del clima económico y político en esta parte de] mundo. Los japoneses no tienen muchas posibilidades de conver– tirse nuevamente en un formidable poder militar, ni es probable que sus fuerzas armadas deseen combatir fuera del Japón o de las aguas japonesas. Es difícil divisar ninguna amenaza militar directa contra Australia en los próximos veinte años (y de hecho algunos australianos no han visto ninguna desde el fin de la Guerra de) Pacifico). Esto no significa que nos olvidemos de la defensa. Quiere decir simplemente que tenemos tiempo para trabajar en un pro– grama de defensa que sirva a la política exterior australiana, en vez de la inglesa o norteamericana. Como estamos comparativamente adelantados en habilidades téc– nicas y administrativas, y somos comparativamente ricos, deberíamos poder hacer contribuciones útiles al desarrollo económico de los 141
Made with FlippingBook
RkJQdWJsaXNoZXIy Mzc3MTg=